Las provincias bolivianas de Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni, las más ricas del país, han decretado a su peculiar manera su autonomía para alejarse del gobierno de Evo Morales, el presidente que está conduciendo a la República hacia el caos, el enfrentamiento, quién sabe si la guerra civil, y la Edad de Piedra.
Morales se ha empeñado en redactar una nueva constitución que, lejos de seguir el impagable ejemplo de España, es fruto del enfrentamiento, está pensada contra medio país y tiene todas las posibilidades de llevar a Bolivia a su desaparición como nación. En España tenemos una gran experiencia para salir del caos y progresar hasta las más altas cotas de desarrollo económico y social. La constitución española actual tiene grandes fallos, algunas lagunas y está a punto de ser corregida, pero es fruto del consenso, de la paz y del deseo de superación, justamente lo contrario que está llevando a cabo el antiguo líder cocalero, que está partiendo en dos su propio país.
Ser líder es muy difícil, pero alguien que es incapaz de aglutinar en su derredor a sus compatriotas no puede ser líder de nada, no puede dirigir un país ni llevarlo a un futuro mejor; el mejor futuro es siempre fruto del acuerdo, del esfuerzo, de la colaboración, nunca de la coacción ni de la imposición. Y Evo Morales y sus ponchos rojos son la imposición, la amenaza y el chantaje. Así no se construye, se destruye; así no hay futuro, sólo hay regreso a los tiempos de los sacrificios humanos.
Las autonomías huyen del destrozo, no quieren compartir sus beneficios y las riquezas de su subsuelo con el resto del país. Siempre ha habido en las ricas regiones un rastro de racismo, de clasismo y de capitalismo en todo ello. Ahora además hay una necesidad de salvación. O ellos o el caos de Morales, o el futuro o el atraso; o el siglo XXI o los sacrificios humanos.
Parece no haber término medio en un país asolado por la pobreza, debilitado por los incesantes golpes de Estado y corroído por las diferencias económicas y de clase. Pero sin embargo sólo el empeño en común, sólo el acuerdo, sólo la colaboración podrán sacar a uno de los países más pobres y atrasados del mundo del atolladero al que sus dirigentes le están enviando.
Morales se ha empeñado en redactar una nueva constitución que, lejos de seguir el impagable ejemplo de España, es fruto del enfrentamiento, está pensada contra medio país y tiene todas las posibilidades de llevar a Bolivia a su desaparición como nación. En España tenemos una gran experiencia para salir del caos y progresar hasta las más altas cotas de desarrollo económico y social. La constitución española actual tiene grandes fallos, algunas lagunas y está a punto de ser corregida, pero es fruto del consenso, de la paz y del deseo de superación, justamente lo contrario que está llevando a cabo el antiguo líder cocalero, que está partiendo en dos su propio país.
Ser líder es muy difícil, pero alguien que es incapaz de aglutinar en su derredor a sus compatriotas no puede ser líder de nada, no puede dirigir un país ni llevarlo a un futuro mejor; el mejor futuro es siempre fruto del acuerdo, del esfuerzo, de la colaboración, nunca de la coacción ni de la imposición. Y Evo Morales y sus ponchos rojos son la imposición, la amenaza y el chantaje. Así no se construye, se destruye; así no hay futuro, sólo hay regreso a los tiempos de los sacrificios humanos.
Las autonomías huyen del destrozo, no quieren compartir sus beneficios y las riquezas de su subsuelo con el resto del país. Siempre ha habido en las ricas regiones un rastro de racismo, de clasismo y de capitalismo en todo ello. Ahora además hay una necesidad de salvación. O ellos o el caos de Morales, o el futuro o el atraso; o el siglo XXI o los sacrificios humanos.
Parece no haber término medio en un país asolado por la pobreza, debilitado por los incesantes golpes de Estado y corroído por las diferencias económicas y de clase. Pero sin embargo sólo el empeño en común, sólo el acuerdo, sólo la colaboración podrán sacar a uno de los países más pobres y atrasados del mundo del atolladero al que sus dirigentes le están enviando.
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