Esto de que un político insulte a una región es relativamente comprensible y definitivamente intrascendente si se realiza en la dirección en que se ha realizado. Sí, sí es escandaloso, ciertamente, pero intrascendente para la realidad política, no va a pasar na de na. Seamos sinceros, si el insulto hubiese circulado en dirección contraria estaríamos presenciando como a Carod Rovira y al tal Joan Puig se les hacía la boca agua: estaríamos alimentando el proceso que añoran, ellos mismos se encargarían de cargar las tintas y de prestar cuantos altavoces hicieran falta para potenciar una situación que les beneficiaría el sempiterno discurso plañidero de “España no nos comprende”.
El desequilibrio de poder político y económico, de influencia cultural entre Cataluña y Extremadura (Entre Cataluña y cualquiera otro, piensen ustedes en la nula presencia política de antiguos grandes poderes equilibradotes del Estado, como Castilla, por ejemplo, que dividida en cinco autonomías es un cero a la izquierda) impide hacer de esta absurda situación un casus belli: los pobres nunca conseguirán inquietar a los ricos, los desheredados nunca alcanzarán a borrar la sonrisa de la boca de los poderosos: Los extremeños son unos desgraciaos y punto final.
Pero en la actual situación política, nos encontraremos casos como el presente todas las veces que ustedes quieran y la culpa siempre será de Extremadura que abusa de Cataluña. Es la absurda perversión de la izquierda española que una vez defendía a los parias de la Tierra pero que de pronto pasó a ser la gran aliada de las burguesías, que pasó por arte de birle birloque del internacionalismo al nacionalismo.
Y dado la influencia que el nacionalismo catalán tiene en La Moncloa desde 1978 la culpa será siempre de Extremadura. Por no tener políticos extremeñistas y fundamentalmente de izquierdas, que es lo que pinta hoy en España, que defiendan esa imposible, onírica pero eficacísima política nacionalista de izquierdas que está patroneando Zapa desde que fue elegido como secretario general del PSOE con el auxilio de los nacionalistas internacionalistas del PSC.
Y por mucho que decenas de miles de extremeños (y andaluces y castellanos y gallegos) hayan contribuido de manera ejemplar, imprescindible e impagable al desarrollo de Cataluña (A ver cuándo alguien salda esa deuda con la España obligada por el franquismo a emigrar de su tierra para contribuir al desarrollo de otras) la culpa será siempre de los débiles e indefensos (estoy hablando en términos estrictamente políticos) extremeños. O castellanos.
La izquierda nació para defender a los parias de la tierra, por eso siempre fue internacionalista, que los parias no tienen fronteras, salvo ahora, que parecen ser catalanes todos. El absurdo está en que algunos izquierdistas han perdido el oremus, el norte, la razón y sus raíces históricas y se han convertido en… ¿en qué cosa rara se han convertido? Y cuando se pierden tantas cosas se empieza a insultar a pueblos enteros. Ay si ese pecado lo hubiera cometido hace unos años Rodríguez Ibarra, sería el llanto y el rechinar de dientes. Porque disparates como ése pasan casi desapercibidos en un nacionalista catalán, ¡aunque sea de izquierdas!, pero servirían para arrojar toda la suciedad verbal de Carod, Artur Mas o Pasqual Maragall sobre el nacionalismo español. España es un país donde está bien visto ser nacionalista catalán, gallego vasco o de Villarrodrigo. Pero ser nacionalista español… ay, que disparate, qué fascismo, que atraso, qué incultura, qué caverna…
El desequilibrio de poder político y económico, de influencia cultural entre Cataluña y Extremadura (Entre Cataluña y cualquiera otro, piensen ustedes en la nula presencia política de antiguos grandes poderes equilibradotes del Estado, como Castilla, por ejemplo, que dividida en cinco autonomías es un cero a la izquierda) impide hacer de esta absurda situación un casus belli: los pobres nunca conseguirán inquietar a los ricos, los desheredados nunca alcanzarán a borrar la sonrisa de la boca de los poderosos: Los extremeños son unos desgraciaos y punto final.
Pero en la actual situación política, nos encontraremos casos como el presente todas las veces que ustedes quieran y la culpa siempre será de Extremadura que abusa de Cataluña. Es la absurda perversión de la izquierda española que una vez defendía a los parias de la Tierra pero que de pronto pasó a ser la gran aliada de las burguesías, que pasó por arte de birle birloque del internacionalismo al nacionalismo.
Y dado la influencia que el nacionalismo catalán tiene en La Moncloa desde 1978 la culpa será siempre de Extremadura. Por no tener políticos extremeñistas y fundamentalmente de izquierdas, que es lo que pinta hoy en España, que defiendan esa imposible, onírica pero eficacísima política nacionalista de izquierdas que está patroneando Zapa desde que fue elegido como secretario general del PSOE con el auxilio de los nacionalistas internacionalistas del PSC.
Y por mucho que decenas de miles de extremeños (y andaluces y castellanos y gallegos) hayan contribuido de manera ejemplar, imprescindible e impagable al desarrollo de Cataluña (A ver cuándo alguien salda esa deuda con la España obligada por el franquismo a emigrar de su tierra para contribuir al desarrollo de otras) la culpa será siempre de los débiles e indefensos (estoy hablando en términos estrictamente políticos) extremeños. O castellanos.
La izquierda nació para defender a los parias de la tierra, por eso siempre fue internacionalista, que los parias no tienen fronteras, salvo ahora, que parecen ser catalanes todos. El absurdo está en que algunos izquierdistas han perdido el oremus, el norte, la razón y sus raíces históricas y se han convertido en… ¿en qué cosa rara se han convertido? Y cuando se pierden tantas cosas se empieza a insultar a pueblos enteros. Ay si ese pecado lo hubiera cometido hace unos años Rodríguez Ibarra, sería el llanto y el rechinar de dientes. Porque disparates como ése pasan casi desapercibidos en un nacionalista catalán, ¡aunque sea de izquierdas!, pero servirían para arrojar toda la suciedad verbal de Carod, Artur Mas o Pasqual Maragall sobre el nacionalismo español. España es un país donde está bien visto ser nacionalista catalán, gallego vasco o de Villarrodrigo. Pero ser nacionalista español… ay, que disparate, qué fascismo, que atraso, qué incultura, qué caverna…
1 comentario:
Para mí naZionalista es sinónimo de naZi, y si no a las pruebas me remito, no hay más que ver el modus operandi de Juan Puig, (o hijo de puta por llamarle algo, sin faltar a su madre), y no nos engañemos el resto son iguales, y me la suda ser polítimamente correcto, sólo digo lo que veo. Seguro que ahora a los ojos de éstos seré un facha españolista blablablá, blablablá, pues se equivocan de lleno, pero aunque lo fuera al menos no sería un hijo de puta como el sujeto éste.
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