No entiendo cómo se puede levantar polémica por algo tan intrascendente como el chaqué de Chacón. A cualquier observador podría parecerle mucho más importante el contenido novedoso, “buenista” hasta la ingenuidad zapateril, de su discurso sobre el comportamiento humano del ejército. Se me antoja difícil que en plena batalla, entre disparos, bombas y cañonazos, cuando te juegas tanto, tu vida, la de los demás, la libertad, puedas pararte a pensar qué dicen las normas militares. Importante puede parecerme lo del trato correcto y humano a los militares enemigos presos, pero denle un arma a alguien, pónganle la presión lógica de un acto bélico y pídanle que recuerde que hay que matar a enemigo con una sonrisa en la boca. Loable impulso, pero zapaterilmente ingenuo. De todas formas, ¿esto no existía ya?
Entonces, ¿cómo la prensa se hace lenguas del chaqué de Chacón? Habrá más de una respuesta, pero la experiencia me dice que vacaciones en general y especialmente las de navidad son mala época cuando tienes que completar páginas de periódico y minutos de radio sin que haya ocurrido algo suficientemente importante que llevarte al teclado.
Viendo las imágenes que las múltiples televisiones han ofrecido no vi que se encontrara fuera de tono, que destacara por su incongruencia con el ambiente ni que chocara por su ordinariez. Antes al contrario, a mí me pareció un traje elegante, novedoso y afortunado, que encajaba apropiadamente en la situación en que se encontraba. ¿Que llevase pantalón en vez de falda supone algún tipo de revolución?
Sin embargo no me gustó, sino que me desagradó mucho, el aspecto de su cara, muy mal y excesivamente maquillada me ofrecía una imagen desagradable y rechazable. Su mal aspecto lo completaba ese horrible peinado, excesivamente pegado a la cabeza que le proporcionaba un aire grotesco. Con lo importante que es la imagen allá donde va la ministra, coñe. Entre su súper maquillaje de opereta y su peinado me recordaba excesivamente a la mujer, la exmujer o la futura mujer, (en este terreno me pierdo, siempre) de Jesulín de Ubrique, ¿cómo se llama la pájara esa? Espero que ustedes me entiendan… (¿Es “la Esteban” o desvarío?) El conjunto me resultaba llamativo, no excesivamente rechazable pero sí desafortunado.
Puestos a criticar a una ministra… anda que no hay motivos ni nada para llenar minutos y páginas por doquier. Ante el caos del aeropuerto de Barajas, donde se obliga a los viajeros a pasar situaciones kafkianas, impropias de un país civilizado todo le mundo parece haber olvidado la responsabilidad de Magdalena Álvarez. Pese a que una relativa normalidad volvió durante unas horas al aeropuerto de Barajas después de cuatro días de retrasos generalizados, cancelaciones y largas colas de viajeros debidos, según Iberia, a una huelga de celo de sus pilotos, las esperas y las colas han vuelto a florecer.
¿Dónde se mete Maleni en los momentos de caos de los transportes aéreos, qué hace que no lo interviene, que no negocia, que no media en el conflicto, es que espera pasar desapercibida? ¿Sigue de vacaciones navideñas? ¿Pero no es éste su Departamento? Personalmente no puedo presumir de haber sufrido ningún problema las últimas veces que he viajado en avión, pero a uno le invade siempre la duda cuando se acerca a un aeropuerto… ¿Y si a los pilotos o a los controladores o a sus primos de zumosol se les ocurre que hoy es una buena fecha para armarla y me pillan en medio?
Solución: Paciencia y que en estos laicos tiempos Dios nos pille confesaos, que Maleni no estará para echarnos una mano. Anda que no hay tema para criticar a una ministra por algo importante.
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