En algún sitio he leído que hay unas doscientas y pico guerras en este momento en diversas partes del mundo. Pero no nos enteramos, desde el cuerno de África hasta Gaza, pasando por el Congo, el follón montado en el globo terráqueo es cojofenomenal. Sólo unas pocas, la élite de las guerras, acaparan los titulares. La de Palestina es una de ellas.
Usted está en su casa tan tranquilamente, leyendo este post mío con la misma serenidad con que yo lo escribo. ¿En qué le afecta lo que está pasando en el otro extremo del Mediterráneo? Usted se acaba de tomar un café hace cinco minutos o se va a tomar una cerveza dentro de un momento, yo me estoy tomando un maravilloso combinado sin alcohol como hago últimamente cada vez que escribo. Mientras he escrito estas pocas líneas he perdido la cuenta de los misiles que han caído; qué más da, si tengo luz, agua y calefacción en mi casa, mi tele está esperando a que acabe de escribir y mi perro no tiene prisa por salir a la calle esta gélida y nevada tarde.
Séame sincero, ¿qué ha hecho usted estos últimos días mientras Israel ha impedido el paso de ambulancias con heridos? Cuando el ejército del Pueblo de Elegido por Dios bombardeaba escuelas, camiones de la ONU e impedía la evacuación de la población civil, ¿usted dejaba de tomarse su cafelito mañanero, arengaba a sus compañeros de oficina contra la salvajada, le daba una palmadita en la espalda a ese hombrico árabe que se encuentra todas las mañanas barriendo la calle mientras usted tomaba su chocolate con churros, le ponía la zancadilla a un descarado projudío que hay en su comunidad de vecinos?
Claro, que al mismo tiempo usted, y yo, y mi vecina Maripuri y Zapa y Bush y Rajoy, nos hemos rascado la barriga tumbadorros en el sofá mientras en el Congo un par de morteros les abrían la barriga a una señora semidescalza y a su hija de seis años. Varios cientos de miles de personas (personas “humanas”, redundo irregularmente por si quedan dudas) viven en campos de desplazados, sin luz ni agua ni comida, mientras usted ha ido de paseo, ha tenido su alivio amoroso con su esposa y hasta ha tenido un pensamiento tierno al ver una foto de las burradas militares que por el mundo abundan.
Sólo que las fotos de El Congo no salen en portada. Pero por ello no les niegue usted importancia, que esas muertes, esos desplazamientos de población y esas lágrimas se están produciendo por unas minas de diamantes que algunos occidentales necesitan regalar a sus esposas, queridas o entretenidas. Que no salga en los periódicos no quiere decir que no sea importante para nosotros. ¿Qué iba a hacer Occidente si no pudiéramos regalar un collar o una pulsera en Reyes o en un cumpleaños?
Bueno, ya he terminado mi refresco, que estaba chachipiruli, mientras Israel ha despanzurrado un barrio entero de civiles palestinos, dos hermanos que nada tenían que ver con Hamás han muerto porque la ambulancia que compartían no ha podido llegar al hospital, al hospital que no habría podido atenderles porque no tenía con qué, y la familia de un zapatero que quisiera alejarse de las zonas de conflicto tiene que joderse y aguantarse con vivir en el agujero que queda en la antigua casa donde residían porque no les permiten moverse.
Y mientras tanto, ¿se ha levantado usté del sofá? Lo de preparase la cerveza no cuenta, conste. ¿En qué le afecta lo que está pasando en el otro extremo del Mediterráneo? Mientras ha leído estas líneas ha perdido la cuenta de los misiles que han caído; qué más da, si tiene luz, agua y calefacción en su casa, su tele está esperando a que acabe de leer y su perro no tiene prisa por salir a la calle esta gélida y nevada tarde.
Usted está en su casa tan tranquilamente, leyendo este post mío con la misma serenidad con que yo lo escribo. ¿En qué le afecta lo que está pasando en el otro extremo del Mediterráneo? Usted se acaba de tomar un café hace cinco minutos o se va a tomar una cerveza dentro de un momento, yo me estoy tomando un maravilloso combinado sin alcohol como hago últimamente cada vez que escribo. Mientras he escrito estas pocas líneas he perdido la cuenta de los misiles que han caído; qué más da, si tengo luz, agua y calefacción en mi casa, mi tele está esperando a que acabe de escribir y mi perro no tiene prisa por salir a la calle esta gélida y nevada tarde.
Séame sincero, ¿qué ha hecho usted estos últimos días mientras Israel ha impedido el paso de ambulancias con heridos? Cuando el ejército del Pueblo de Elegido por Dios bombardeaba escuelas, camiones de la ONU e impedía la evacuación de la población civil, ¿usted dejaba de tomarse su cafelito mañanero, arengaba a sus compañeros de oficina contra la salvajada, le daba una palmadita en la espalda a ese hombrico árabe que se encuentra todas las mañanas barriendo la calle mientras usted tomaba su chocolate con churros, le ponía la zancadilla a un descarado projudío que hay en su comunidad de vecinos?
Claro, que al mismo tiempo usted, y yo, y mi vecina Maripuri y Zapa y Bush y Rajoy, nos hemos rascado la barriga tumbadorros en el sofá mientras en el Congo un par de morteros les abrían la barriga a una señora semidescalza y a su hija de seis años. Varios cientos de miles de personas (personas “humanas”, redundo irregularmente por si quedan dudas) viven en campos de desplazados, sin luz ni agua ni comida, mientras usted ha ido de paseo, ha tenido su alivio amoroso con su esposa y hasta ha tenido un pensamiento tierno al ver una foto de las burradas militares que por el mundo abundan.
Sólo que las fotos de El Congo no salen en portada. Pero por ello no les niegue usted importancia, que esas muertes, esos desplazamientos de población y esas lágrimas se están produciendo por unas minas de diamantes que algunos occidentales necesitan regalar a sus esposas, queridas o entretenidas. Que no salga en los periódicos no quiere decir que no sea importante para nosotros. ¿Qué iba a hacer Occidente si no pudiéramos regalar un collar o una pulsera en Reyes o en un cumpleaños?
Bueno, ya he terminado mi refresco, que estaba chachipiruli, mientras Israel ha despanzurrado un barrio entero de civiles palestinos, dos hermanos que nada tenían que ver con Hamás han muerto porque la ambulancia que compartían no ha podido llegar al hospital, al hospital que no habría podido atenderles porque no tenía con qué, y la familia de un zapatero que quisiera alejarse de las zonas de conflicto tiene que joderse y aguantarse con vivir en el agujero que queda en la antigua casa donde residían porque no les permiten moverse.
Y mientras tanto, ¿se ha levantado usté del sofá? Lo de preparase la cerveza no cuenta, conste. ¿En qué le afecta lo que está pasando en el otro extremo del Mediterráneo? Mientras ha leído estas líneas ha perdido la cuenta de los misiles que han caído; qué más da, si tiene luz, agua y calefacción en su casa, su tele está esperando a que acabe de leer y su perro no tiene prisa por salir a la calle esta gélida y nevada tarde.
2 comentarios:
Hamas ha tirado 2400 cohetes sobre territorio Israelí los ultimos 2 años. nadie ha protestado, nadie ha ido a la calle, todos han mirado al otro lado.
Los mismos de Hamas salieron a la calle para celebrar los atentados de Madrid.
Se puede equivocar de banda .. verdad??
Señor Anónimo: La Verdad nunca es única, nunca es de nadie; al menos nunca es de nadie... siempre. La verdad nunca es totalmente blanca ni totalmente negra; nunca es de derechas siempre ni de izquierdas siempre; nunca la tiene Israel siempre ni Hamás siempre. La Verdad está hecha de muchas pequeñas verdades, que se reparten entre numerosos dueños. Nunca nadie tiene toda la verdad, ni Israel ni Hamas, ni usted ni yo.
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