A mí Ramón Calderón me caía bien. Elegante sin cursilería, seguro de sí mismo sin ser avasallador, rico sin pasarse… y encima era de mi pueblo. O casi. Algunos “calderones” llevo yo conocidos, alguno fue alumno mío tantos años atrás. Ramón Calderón era el tío perfecto para presidir el club al que yo había seguido tanto tiempo. Tranquilícese, lector, acabo de hablar en pasado y además nunca he sido fanático de casi nada. Me duele el alma de inseguridad propia y los inseguros no somos fanáticos de nada, vivimos la vida con cautela, nos tomamos las cosas “por si acaso”.
Pero, hombre, uno está forzado, por una parte, a seguir la actualidad y, por otra, no termino de romper mis vínculos definitivamente con el club de mi infancia y juventud. Así que, aún de lejos, alguna cosa de las que están pasando por el club blanco conozco, los ojos se me van detrás de todo titular donde ponga “Real Madrid”. Supongo que es la costumbre. Era la costumbre.
Era la costumbre porque seguido de ese nombre veía un título, a cuál más importante, alcanzado en esforzado combate o al menos un triunfo sobre algún sobresaliente y selecto equipo europeo. Mi memoria, ya fallona, resalta sin querer triunfos en una televisión en blanco y negro. Luego vino una larga travesía de años en los que salir a competir a Europa era volver trasquilado. La tele ya era en color, Matías Prats padre ya no retransmitía ni la misa de su pueblo y hasta los que no habían ganado ni una sola copa de Europa se permitían cachondearse de nosotros.
De pronto, otra racha. “Cayó” otra copa de Europa y más tarde otras más. Volvíamos. Volvía el Real Madrid. Volvían a unirse en los titulares el nombre del equipo y los triunfos. A mí ya me empezaba a pillar un poco a trasmano. Que se me había pasado el tiempo, quiero decir. Que si el trabajo, que si la hipoteca, que si la familia, que si esto de darle a la tecla… Pero me alegraba y botaba como el que más. Volvía a ver algún partido de fútbol con tensión y uñas.
Pero con la llegada de Ramón Calderón el nombre del Real Madrid se ha unido al follón, al escándalo y al alboroto. Se habla más de la directiva, y del presidente, conste, que del equipo. Y se habla para mal. Todavía me acuerdo de que todo empezó con aquellas elecciones y aquel escrutinio. Y ha seguido por…, no sé por dónde ha seguido pero sé donde se encuentra: al borde del escándalo, del ridículo hasta la vergüenza, de la sospecha de trampas.
Yo quiero que se vuelva a hablar de grandes fichajes, de cantera también, claro, y de triunfos, de esforzados triunfos ganados titánicamente. Y de vergüenza torera. Que se vuelva a hablar de los partidos, de los jugadores y sus hazañas, de goles y de afición. Pero quiero que se deje de hablar de usted, de patrañas, de cuentos, de follones, de miserias, de asuntos poco claros.
Véngase, señor Calderón, véngase a Palencia. La Calle Mayor está tan acogedora como usted la dejó, la Huerta Guadián tiene más encanto que nunca y el Cristo del Otero sigue ahí arriba, siempre con los brazos abiertos, siempre esperando a abrazarle. Volver a casa es bueno, entrañable y reconfortante. Véngase, señor Calderón, yo le invito en ese tradicional restaurante que hay detrás del Ayuntamiento, donde seguro que ha comido decenas de veces, o en el otro tan moderno que hay en...
Pero, hombre, uno está forzado, por una parte, a seguir la actualidad y, por otra, no termino de romper mis vínculos definitivamente con el club de mi infancia y juventud. Así que, aún de lejos, alguna cosa de las que están pasando por el club blanco conozco, los ojos se me van detrás de todo titular donde ponga “Real Madrid”. Supongo que es la costumbre. Era la costumbre.
Era la costumbre porque seguido de ese nombre veía un título, a cuál más importante, alcanzado en esforzado combate o al menos un triunfo sobre algún sobresaliente y selecto equipo europeo. Mi memoria, ya fallona, resalta sin querer triunfos en una televisión en blanco y negro. Luego vino una larga travesía de años en los que salir a competir a Europa era volver trasquilado. La tele ya era en color, Matías Prats padre ya no retransmitía ni la misa de su pueblo y hasta los que no habían ganado ni una sola copa de Europa se permitían cachondearse de nosotros.
De pronto, otra racha. “Cayó” otra copa de Europa y más tarde otras más. Volvíamos. Volvía el Real Madrid. Volvían a unirse en los titulares el nombre del equipo y los triunfos. A mí ya me empezaba a pillar un poco a trasmano. Que se me había pasado el tiempo, quiero decir. Que si el trabajo, que si la hipoteca, que si la familia, que si esto de darle a la tecla… Pero me alegraba y botaba como el que más. Volvía a ver algún partido de fútbol con tensión y uñas.
Pero con la llegada de Ramón Calderón el nombre del Real Madrid se ha unido al follón, al escándalo y al alboroto. Se habla más de la directiva, y del presidente, conste, que del equipo. Y se habla para mal. Todavía me acuerdo de que todo empezó con aquellas elecciones y aquel escrutinio. Y ha seguido por…, no sé por dónde ha seguido pero sé donde se encuentra: al borde del escándalo, del ridículo hasta la vergüenza, de la sospecha de trampas.
Yo quiero que se vuelva a hablar de grandes fichajes, de cantera también, claro, y de triunfos, de esforzados triunfos ganados titánicamente. Y de vergüenza torera. Que se vuelva a hablar de los partidos, de los jugadores y sus hazañas, de goles y de afición. Pero quiero que se deje de hablar de usted, de patrañas, de cuentos, de follones, de miserias, de asuntos poco claros.
Véngase, señor Calderón, véngase a Palencia. La Calle Mayor está tan acogedora como usted la dejó, la Huerta Guadián tiene más encanto que nunca y el Cristo del Otero sigue ahí arriba, siempre con los brazos abiertos, siempre esperando a abrazarle. Volver a casa es bueno, entrañable y reconfortante. Véngase, señor Calderón, yo le invito en ese tradicional restaurante que hay detrás del Ayuntamiento, donde seguro que ha comido decenas de veces, o en el otro tan moderno que hay en...
Qué más dará, la afición me lo agradecerá.
3 comentarios:
¿Y para qué va a venir? ¿Para dar otro pregón del Palentino Ausente, haciendo honor a tal evento? Porque no se le ha visto el pelo desde entonces. Y eso que bien se le llenó la boca de agua cuando prometió que traería al Real Madrid a jugar un amistoso contra el Palencia de toda "su" vida.
Calderón ya no es el que era y bien él lo sabe. Quién sabe si, una vez pase todo, vuelva por la tierra que le vio nacer.
Además de las irregularidades y los desfalcos, que en tantos sitios se dan, amigo Pedro, aquí hay un ansia de poder fuera de toda duda, por parte de mucha gente que está en la sombra. Pero llegarán y les pasará otro tanto de lo mismo por mucho control que manifiesten. Creo que Calderón es buena gente, no ha ido de fanfarrón y ha mantenido una imagen de serenidad y diálogo que nadie ha citado estos días, ansiosos como estaban todos por darle una patada en el culo. Cuando el equipo no pita, se tira de un entrenador nuevo y cuando lo que no pita es el club o hay irregularidades, el que cae, el responsable, es el presidente. Parece que tiene que ser así la historia.
No sé si estamos todos de acuerdo, pienso que sí, en que Calderón ha sido mal presidente. O nos ha querido timar o le han timado. En cualquier caso... que se venga a Palencia
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