Somos patéticos, míseros,
lúgubres. Me refiero a las críticas recibidas en mi anterior artículo “Gibraltar
nunca será español”. No suelo contestar a las críticas de los lectores… excepto
cuando me mueven a la conmiseración o a la risa.
Es tan curioso como llamativo o
lamentable que exijamos un cien por cien de concordancia en los temas de
trascendencia políticas; si alguien disiente aunque sea ligeramente sobre un amplio
acuerdo preexistente, a la más mínima diferencia, al más pequeño desacuerdo, es
tachado de traidor. O de socialista. O de facha, depende del punto de vista del
lector.
Claro que Gibraltar es una
colonia sobre territorio español, claro que su
existencia radica básicamente en negocios turbios, en aprovecharse descaradamente
de las infraestructuras españolas, claro que nos están esquilmando, básicamente
a los pescadores… pero si se me ocurre dudar de la futura vuelta del peñón a su
seno español, si se me ocurre echar la culpa a los políticos, si me quejo de la
dejadez de siglos de la Administración española… soy mal español, desprendo
tufo a socialista (¿cómo huelen los socialistas? Los que se duchen digo, o sea,
el mismo porcentaje de ciudadanos españoles en general) y lindezas semejantes.
Es bonito, compensa tantas veces
en las que me han llamado facha, cavernario y rata de sacristía. Lo que me ha
movido a escribir este artículo es la conmiseración y la risa por la ligereza
con que adjetivamos a cualquiera, sin conocerle, sin leerle, sin necesidad…
sólo por la impresión de desacuerdo con una pequeña parte de nuestro personal
ideario. Lo que menos importa es la coincidencia en un noventa por cien,
pongamos; no debemos perdonar sin descalificación ese diez por ciento de
desacuerdo: Gibraltar español o muerte, vaya. Por facha o por socialista, qué
más da.
Cuando uno escribe lo más triste
es pasar desapercibido, que nadie se dé por aludido. Mientras ladren es que
cabalgamos, eso es digno de elogio.
2 comentarios:
Amigo Pedro, te entiendo perfectamente. Como decía la canción, " a la gente no gusta que uno tenga su propia fe", es decir, que aquel que piensa por sí mismo y/o no es fácil de encasillar recibe el ataque de una de las dos Españas, esas que "han de helarnos el corazón", parafraseando a Machado.A mi, como bien sabes, me han acusado de todo: de filofascista, de separatista, de nacionalista, de fanático religioso... en fis, que tanto los giliprogres ocmo los gilifachas quieren adhesión incondicional a sus dogmas. Ánimo y sigue así, clamando en el desierto. Un fuerte abrazo desde los Madriles, sur de Castilla
Gracias, Vicente. Anda que no tengo yo escuchada esa canción en un disco de Paco Ibáñez.... Eso es tener unos añitos... El problema es que entre giliprogres y gilifachas nos arruinan la alaegría de la vida. Un abrazo.
Pedro
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