Sin medias tintas: Hay veces que
uno no tiene las cosas claras, hay sombras y dudas, hay variedad de matices y
poca contundencia a la hora de definir las circunstancias. Pero si he de elegir
entre un ministro y Caritas, se acabaron las dudas, los matices y la
indefinición: Escojo a Caritas, sea el ministro clerical o anticlerical, sea
laico o, como es el caso, miembro de un partido democratacristiano.
El ministro tiene que defender
sus presupuestos, mentales, ideológicos y económicos; Caritas solo defiende a
los hambrientos, la elección no es dudosa. Y si al ministro le duele el mensaje
debería al menos respetar al mensajero, a más alboroto ministerial más razón
para quienes se quejan de que haya niños malnutridos. Excusatio non petita…, o
al menos se acerca mucho a eso, vaya. El problema es que al ministro le duelen
los números más que las personas; a los ministros, a todos, los árboles de la
gestión les impiden ver el bosque de los problemas sociales.
Desaguisado histórico: Después de la barbarie zapateril -¿pero es
que nadie le pide cuentas?- podía el PP haber empezado la casa de la
reconstrucción por donde quisiera, y quiso empezar por los derechos, por los
trabajadores, por los jubilados, por la Educación, por la Sanidad, por los más
débiles. ¿Qué podía esperarse? Que España se llenase de dolor y de rabia. Y en
eso estamos, con España otra vez en las barricadas y con los niños pasando
hambre. Lo dice Caritas y el ministro se rebota, que le den al ministro.
Del dolor, de la rabia y de las
barricadas. Muy contenidos estamos los españoles; luego dicen -decimos- que
somos primarios y brutos; esto hace un siglo ya nos habría constado otra
guerra, pero no ahora, Monseñor. Hemos aprendido a fuerza de palos, pero
también a fuerza de empeño y voluntad, se llama Educación.
Si las piedras volaran. Empezaron
a volar en Gamonal y han seguido en Madrid y Barcelona. Sería cosa mala que no
se evitara su vuelo. También en esto lo tengo claro, si veo a un tío con un
tirachinas y un cóctel molotov por un lado y un policía por otro sé hacia dónde
debo buscar protección. Qué fácil la argucia de algunos politicastros al fundir
a unos y otros en la misma demagogia. Todos los regímenes, incluso Corea del
Norte o Cuba, paraísos de algún niñato mentecato, han de tener quien defienda
el orden legal. Una democracia, la nuestra por ejemplo, también y con más
motivo. ¿La suya no?
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