Soy un amante de las tradiciones castellanas. Mi suelo, mi tierra, mi primera patria es Castilla. Amo todo lo que representa Castilla y todo lo que representa a Castilla. Sus tradiciones, sus leyendas, su música, sus bailes, por ejemplo. En su momento he asistido a los toros y lo he disfrutado. Puedo ver arte en una manoletina, si es que después de tantos años se sigue llamando así, pero ni todo el arte del mundo vale el sufrimiento de un toro. Reniego ahora de todo ello.
Deben ser los años. La madurez te trae sensatez y serenidad. Quizá sea solo distancia para ver las cosas, para pensar que las tradiciones deben adaptarse a los cambios sociales o desaparecer. No veo por ningún sitio una pizca de arte en el toro de la vega. Con el paso de los años y el cambio de mentalidad en la sociedad ha quedado en un acto (no creo que se le pueda llamar espectáculo) cafre y cruel.
Reniego también de determinadas expresiones de los animalistas (empieza por molestarme que hayan escogido ese nombre) y no creo que “Tordesillas” (¡un pueblo entero!) sea más cruel que cualquier otro, ni que sus habitantes sean analfabetos, iletrados o especialmente brutos. Siglos de anclaje a una tradición pueden unir brutalmente (y lo digo en los dos sentidos) a un pueblo contra la evolución. Eso aunque hayan dejado salir al toro sabiendo que pocos metros más allá había numerosas personas en peligro, sentadas en el recorrido del toro.
El partido socialista va a cambiar la ley si, desde luego no con mi voto, llega al poder en diciembre próximo y hará bien. No hace tanto había quien arrojaba una cabra por el campanario de no sé qué pueblo leonés o había jinetes que decapitaban gallos colgados de una cuerda que atravesaba la calle mayor. Las costumbres deben adaptarse a la mentalidad de la sociedad, es la única forma de permanecer.
Tordesillas es un gran pueblo castellano perpetuamente ligado a la Historia; en él tuvieron lugar acontecimientos históricos de importancia nacional e internacional por los que debe ser eternamente reconocido. Desde luego no por el toro de la vega, tortura descerebrada, irracional y obsoleta que debe desaparecer.
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