Aunque lo de hacer el panoli
delante de las cámaras lo pusieron de moda obligatoria los aspirantes a
presidentes de los Estados Unidos, a Soraya la han puesto a bailar en la tele
para que nos caiga simpática. Iba yo a emplear un párrafo en preguntarme por
qué a Soraya se le llama por el nombre y no por el apellido (Rajoy, Aguirre,
Sánchez) pero desisto de hacerlo al entender que hace muchos años que a los
españoles nos pierde la falta de formalidad, no hay otro idioma en el que se
hayan olvidado las buenas maneras tanto como en el castellano.
Pues eso, que para ser político
hay que hacer el gilipollas en público, como Iceta o como Soraya, para
convencer al votante, al más estúpido de los votantes, de que el político es
una persona como él (o sea, estúpido) o al menos cercano.
Esta España chabacana y hortera,
tan falta de respeto como excesivamente dada al “colegueo”, me parece
lamentable y disparatada, entregada de pies y manos al sanchopancismo más
barato, como fácilmente demuestra la evolución semántica de la palabra “colega”.
Que Iceta haya hecho el indio en uno de sus mítines habrá complacido a miles de
votantes, pero no le ha otorgado ninguna capacidad -honradez, eficacia- que no
tuviera previamente. Y como a Iceta le salió bien y ganó al parecer unos
cientos de votos… todo el mundo se pondrá ahora a hacer el Iceta.
Somos un país chabacano,
grotesco, ineducado, un país que está siendo modelado por las manos de Telecinco,
que está siendo educado por Gran Hermano y el Gran Guayomin (dejen, dejen, ya
sé que no se escribe así), un país que no se calla un taco delante de un
micrófono y confunde espontaneidad y libertad de expresión con sanchopancismo.
Y lo que nos faltaba ahora es
elegir a los gobiernos según sepan hacer el soplapollas delante de uno o dos
millones de espectadores. Si queremos parecernos a los Estados Unidos hay
muchas otras cosas en las que parecerse (Universidades, por ejemplo) y mil y
una cosas de las que huir.
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