Este verano me aburro; un verano como éste que ni tiene incendios de dimensiones colosales para poder meterse con las manías españolas ni apagones generales para meterse con las eléctricas no parece verano. Esto de que no haya apagones tiene una explicación sana y nada malintencionada: Ya están funcionando las primeras medidas anticrisis del Gobierno, y además de poner bombillas de bajo consumo también hemos puesto aparatos de aire acondicionado de bajo consumo. Además de lo que ayuda no llevar corbata.
O quizá sea que ni siquiera está haciendo un calor excesivo para llevarse al teclado y acabar la columna de la semana de una sentada, no como otros años, que te montabas en el autobús urbano o te ponías en la cola del pescao y oías a los jubilatas rabiar contra el calor y te daban mil y una ideas para escribir durante varios días.
Afortunadamente siempre nos quedarán el monstruo del lago Ness y los juegos olímpicos, en todos los veranos hay mundiales de fútbol o juegos olímpicos… Ah, se me olvidaba, tampoco hay verano sin que la URSS invada algún país torpe que se cree que puede ser libre. Hungría, Checoslovaquia y Georgia. Tres muescas en la culata de los zares ¿Y Occidente? No le molesten, está reunido en alguna comisión de la OTAN o de la OSCE… O de la ONU, da igual, no le mareen. ¿La URSS? Bueno, cual sea el collar que lleve puesto en el presente siglo.
Y eso es lo que le ha pasado a la prensa inglesa, que en verano es realmente duro sacar a los quioscos un periódico cada día. De algo hay que hablar y de algún sitio hay que buscar con qué entretener a los lectores. ¿O qué piensan ustedes que es si no esa artificial polémica de la foto de los baloncestistas españoles con los ojos a lo chino? Se trata de inventar polémicas aunque no las haya para exacerbar el ánimo del inglesito que no sabe si comprar el periódico o tomarse una taza de te.
Como el tiempo va avanzando y no se me ocurre otra cosa (estoy más pendiente de mi próxima salida vacacional que de observar al mundo, ustedes me perdonarán) permítanme que les cuente algunas de mis manías personales, es que me voy haciendo mayor y cada día me vuelvo más intolerante.
No soporto a los señores mayores con pantalón corto o camiseta sin mangas. Seguro que es culpa mía, pero los pantalones cortos y la camiseta sin mangas me parecen una muestra de que la cultura popular española degenera; tantos años viendo telebasura pasan factura. Salir a la calle en esas condiciones no mantiene al interesado en mayor estado de frescura que a los demás; al contrario, es muestra de ordinariez y zafiedad sin límites, de poca originalidad y de sumisión al guarro uniforme oficial del español vacacionante. Si además se acompaña de mariconera pasada de moda o de bolso en bandolera es muestra de zarrapastrosa tosquedad e incultura sin límites. Enseñar la sobaquera y permitir de esa manera la salida al exterior de los efluvios personales es etiqueta barriobajera e ineducada que a algunos les parece el colmo de la modernidad. Ay, España.
Y ya que estoy lanzao permítanme añadir lo que me molesta la cateta moda femenina de ir enseñando los tirantes del sujetador o el borde de la braga por la cintura del pantalón. ¿Sabrán esas sanchopancescas féminas lo que significa ropa “interior”?
O quizá sea que ni siquiera está haciendo un calor excesivo para llevarse al teclado y acabar la columna de la semana de una sentada, no como otros años, que te montabas en el autobús urbano o te ponías en la cola del pescao y oías a los jubilatas rabiar contra el calor y te daban mil y una ideas para escribir durante varios días.
Afortunadamente siempre nos quedarán el monstruo del lago Ness y los juegos olímpicos, en todos los veranos hay mundiales de fútbol o juegos olímpicos… Ah, se me olvidaba, tampoco hay verano sin que la URSS invada algún país torpe que se cree que puede ser libre. Hungría, Checoslovaquia y Georgia. Tres muescas en la culata de los zares ¿Y Occidente? No le molesten, está reunido en alguna comisión de la OTAN o de la OSCE… O de la ONU, da igual, no le mareen. ¿La URSS? Bueno, cual sea el collar que lleve puesto en el presente siglo.
Y eso es lo que le ha pasado a la prensa inglesa, que en verano es realmente duro sacar a los quioscos un periódico cada día. De algo hay que hablar y de algún sitio hay que buscar con qué entretener a los lectores. ¿O qué piensan ustedes que es si no esa artificial polémica de la foto de los baloncestistas españoles con los ojos a lo chino? Se trata de inventar polémicas aunque no las haya para exacerbar el ánimo del inglesito que no sabe si comprar el periódico o tomarse una taza de te.
Como el tiempo va avanzando y no se me ocurre otra cosa (estoy más pendiente de mi próxima salida vacacional que de observar al mundo, ustedes me perdonarán) permítanme que les cuente algunas de mis manías personales, es que me voy haciendo mayor y cada día me vuelvo más intolerante.
No soporto a los señores mayores con pantalón corto o camiseta sin mangas. Seguro que es culpa mía, pero los pantalones cortos y la camiseta sin mangas me parecen una muestra de que la cultura popular española degenera; tantos años viendo telebasura pasan factura. Salir a la calle en esas condiciones no mantiene al interesado en mayor estado de frescura que a los demás; al contrario, es muestra de ordinariez y zafiedad sin límites, de poca originalidad y de sumisión al guarro uniforme oficial del español vacacionante. Si además se acompaña de mariconera pasada de moda o de bolso en bandolera es muestra de zarrapastrosa tosquedad e incultura sin límites. Enseñar la sobaquera y permitir de esa manera la salida al exterior de los efluvios personales es etiqueta barriobajera e ineducada que a algunos les parece el colmo de la modernidad. Ay, España.
Y ya que estoy lanzao permítanme añadir lo que me molesta la cateta moda femenina de ir enseñando los tirantes del sujetador o el borde de la braga por la cintura del pantalón. ¿Sabrán esas sanchopancescas féminas lo que significa ropa “interior”?
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