Llevo varias semanas preocupado por si los españoles somos los responsables directos del deshielo del Ártico. De quemados que estamos, quiero decir, con el Gobierno. Una de dos, o hemos hecho mal en meternos en la Unión Europea o tenemos por gobierno a una panda de incapaces. A gusto del lector.
Las medidas que nos propone el gobierno para combatir el desastre económico que nos amenaza (mayor y más inmediato que el deshielo de los glaciares) son para partirse de risa. O para suicidarse, depende. Como lo del suicidio ya se probó en 1929 y termina por no resolver nada parece que en esta ocasión hemos decidido partirnos de risa. Desternillarnos, vaya. Por eso nuestras televisiones se llenan de comedietas dopantes que nos adormecen y anulan nuestra voluntad. Incluso nuestros antaño beligerantes sindicatos están ahora… ¿Por cierto, dónde están? La televisión, el opio del pueblo.
Decía yo lo de la Unión Europea porque se lo he oído por el patio de luces a mi vecina de abajo, que lo comentaba con la del sexto mientras colgaban la colada a secar. La cosa era que Jennifer Elizabeth, pantalones de pana, zamarra de punto gordo y un bolso de tela de saco, decía que poco podía Zapa meterle mano a la crisis porque casi todas las competencias las tiene Bruselas. Y seguro que algo de verdad hay en ello porque Jennifer Elizabeth está suscrita a “Público” y sube el volumen de la tele cuando empiezan las noticias de la Sexta. Pero Doña Herminia le cuestionaba que dónde había quedado la antigua independencia nacional. Y es que Doña Herminia es un poco antigua y todavía usa palabras como “nación” y “nacional”, con lo poco que se lleva.
Así que todo lo que podemos hacer contra la crisis es esperar pacientemente, muy pacientemente por lo visto, a que Sebastián (parece otro vecino, pero me refiero al ministro) nos envíe la bombilla aquella de bajo consumo, ¿alguien sabe cuándo me va a llegar la mía?, o comprar juguetes nacionales. Cuando mis vecinas llegaron a este punto de la conversación me entraron ganas de asomarme e intervenir, pero era la hora de la siesta y estaba durmiendo un documental de la Dos. Uno del Serengueti, como siempre. O de la reserva Masai-Mara, qué más da. ¿O era sobre el cráter de Ngoro-Ngoro? Pero no iba a dejar yo de dormir un documental tan magnífico para dar conversación a la Jenni, así que me di media vuelta y seguí a lo mío.
Sea por lo uno o por lo otro el caso es que no hay quien le saque solución de ningún tipo a Zapa y sus Ayrgamboys ministros. Eso sí, oyéndole hablar parece que en vez de estar padeciendo un huracán nos encontramos mecidos por una suave brisa septembrina pensada por Él para facilitarnos la incorporación al trabajo sin traumas postvacacionales. Y recordando su fácil verbosidad, se me ocurre que a lo peor termina vendiéndonos que esta situación (nunca dirá “crisis”) es altamente saludable para las empresas porque “limpiará la economía española”. Chachiguay el hundimiento de las Bolsas, ¿no?
Lo que ya me tiene despistado es que un gobierno socialista recurra al nacionalismo como solución. “Compre usté productos españoles”. Eso ya lo inventó el franquismo hace muchísimos siglos, los que tenemos vivida una parte de nuestra vida tenemos memoria de cosas como ésas, y no les sirvió de nada: Al final volvió el PSOE a gobernar España.
¡Bombillas y juguetes nacionales! ¿De verdad eso es todo lo que el PSOE puede hacer por la economía española? El siguiente paso debe ser encontrar un responsable exterior al que echar la culpa. A Solbes, el que nunca negó la crisis, y Sebastián, el que combate el calor quitándose la corbata, sólo les falta el victimismo, tienen que encontrar un enemigo extranjero al que culpar de nuestros males.
El franquismo se valió mucho tiempo de aquel “Rusia es culpable”, cuando oigamos “USA es culpable” ya sabremos a qué atenernos. Mientras tanto los españoles seguiremos contribuyendo al calentamiento global.
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