Hoy he tenido un buen día, los hados me han respetado y el buen humor de la mañana me ha durado hasta estas altas horas en que escribo. Siempre escribo por la noche, el silencio y la falta de prisa me ayudan a escribir, generalmente, con serenidad. Así que hoy cuando hace un rato me he puesto frente a la pantalla, he abierto la bandeja de los discos y en ella he depositado mi vaso de sanfrancisco (algo que he copiado de una estúpida encuesta, no soy original), me disponía a dejar hablar mi ánimo jocundo, algo que, reconozco, no es frecuente en mí. Pero no, al final se me han cruzado los sindicalistas de la sanidad madrileña para tocarme bien tocaos los megabytes y fastidiarme la serenidad de estas últimas horas. Que les den donde más les duela a estos tipejos que vociferan cual locos enfundados en batas blancas.
Esperanza Aguirre no es santa de mi devoción. Me parece de esa parte del PP áspera e intransigente, doy por sentado que nunca llegará a liderar el PP nacional, qué más quisiera, y que si algún lejano día lo lograra la gente con mayor preparación y futuro abandonaría el barco con rumbo a mil sitios distintos con tal de no estar con ella. Con Ella.
No conozco esta historia de la privatización de la sanidad de Madrid. Me he mantenido la margen de todo ello siguiendo otros asuntos nacionales. Desconozco por completo su historia interna pero me suena mal, no es una música que me agrade; al contrario, me chirría y me provoca desazón. Privatizar algo tan frágil como la Sanidad da mala espina. No obstante no quiero que nadie crea que en este artículo voy a juzgar hechos que no conozco: no sé en qué consiste el proyecto, cómo se va a llevar a cabo, de qué parte de la sanidad hablamos y hasta cuánto piensa la lideresa popular empeñarse en el intento.
Confesada pues mi ignorancia en un tema que no voy a tratar, voy a lo que me interesa: los sindicalistas. Miren, estimados señores, váyanse al mismísimo cuerno, ésas no son maneras civilizadas, ésos no son modos democráticos, eso no tiene nada que ver con la elevadísima tarea de defensa de los trabajadores que les compete, los sindicatos son una parte constitucional de nuestro sistema democrático de vida pero la actitud beligerante, ofensiva y troglodita de ustedes provoca el rechazo de todos cuantos les vemos vociferar una y otra vez, uno y otro día, a la entrada de los responsables madrileños de la sanidad en cualquiera de los edificios hospitalarios de Madrid.
Hace ya unas semanas vimos a Esperanza Aguirre “apechugar” a una manifestante, invadiendo su “burbuja” y casi pasándole la mano por la cara, en un claro intento a duras penas controlado de comérsela o quizá de hacerla desaparecer de la faz de la tierra. O por lo menos de ese hospital. Esta guerra de guerrillas que han empezado ustedes está desgastándola, sin duda, facilitando el terreno para que las izquierdas tomen el tan deseado palacio de invierno de la Comunidad de Madrid. Pero esto les envilece también a ustedes, la imagen de macarras chulescos, prepotentes y folloneros que nos ofrecen unos telediarios y otros, demuestran que ustedes son personajes, muy preparados sin duda en otros terrenos, pero que de demócratas tiene lo mismo que yo de misionero cristiano en el Irán de los Ayatollas esos, pongamos. No pueden seguir por un camino que les va a granjear pocas amistades y por el que no van a conseguir ni uno sólo de sus propósitos. Bueno, de los confesables, quiero decir. De los otros, tampoco, pues no es ése el mejor camino para preparar las próximas y aún lejanas elecciones autonómicas.
Hagan una huelga de raquetas de pádel caídas, manifiéstense por el pueblo de la sierra donde tienen su segunda vivienda, juren que nunca más jugarán al golf mientras Ella no ceda. Defiendan ustedes una sanidad pública totalmente pública, harán bien y merece la pena, es un empeño totalmente digno de elogio y que cuenta con mi insignificante apoyo, pero hágannos creer que son ustedes civilizados y no sigan haciendo el asno. Dense cuenta de que al final gana quien más resiste y Esperanza Aguirre tiene los megabytes muy bien puestos, resistirá y defenderá a su consejero de Sanidad cuanto sea menester. Por ese camino de “a ver quién tienen más cojones” no van a poder con ella. Les gana.
La veo capaz de demandarles a ustedes por acoso machista y eso no se perdona en nuestra sociedad actual.
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