Palencia es una emoción:

10 octubre 2008

Me gustaría ser Emilio Rodríguez Menéndez


Qué tío es este hombre, me produce envidia. Seguro que ahora que acaban de detenerle ya está pensando en fugarse o en cómo montar su próximo negocio. Y la de mundo que tiene. Y seguro que le sale bien. El negocio o el intento de fuga, digo, al tiempo. O ambas cosas.

Miren, qué quieren que les diga, de pronto, al leer la noticia de su detención me ha entrado como una caquita en el alma y me ha dado lástima. Para mí que es efecto de las malas condiciones laborales. No quiero darle tres cuartos al pregonero para que la empresa no me expediente pero me paso la jornada entre cuatro paredes, tras un estrecho ventanuco que me ofrece unas espléndidas vistas… a la pared de enfrente. Sin más horizonte. Con una vida tan monótona, ¿cómo no admirar a alguien como Rodríguez Menéndez que tiene una vida tan ajetreada, tan poco previsible y emocionante?

Llueve en mi ciudad y ha salido un día gris y lloroso. Mientras yo estoy amarrado a este duro banco lanzando dardos al teclado, este señor ha estado pasándose la gran vida, de aeropuerto en aeropuerto, de océano en océano y de esposa en esposa. ¿Cuántas ha tenido ya? Y siempre rodeado de dinero, lujo e influyentes amigos. ¿Cuántos hoteles habrá visitado sólo durante esta fuga, cuántos restaurantes de lujo habrán acogido sus pantagruélicas comilonas? Claro que le admiro, yo suelo comer en un restaurante de seis con cincuenta el menú del día. Lo de este abogado es elegancia y clase, no se puede comparar con aquel director de la Guardia Civil que también fue famoso prófugo… ¿Cómo se llamaba? ¿Ven? De él no ha quedado ni el recuerdo, pero el nombre de Rodríguez Menéndez pasará a la posteridad, a él nunca le pilarán en calzoncillos.

Pero lo que me llama la atención sobremanera es su mirada desafiante, siempre altanera y clavada en algún objetivo muy bien elegido: si es un hombre, para “meterle un viaje”; si es una mujer también para meterle un “viaje”…, pero de otro tipo. Qué seguridad en sí mismo, en su dominio de la situación, de todas las situaciones. Uno no sabría si sólo pudiera contemplar su sonrisa si acababa de cerrar un fabuloso negocio multimillonario o si le estaba escociendo el culo. Esas tablas sólo puede darlas el ser el prófugo más buscado de España, más que Iñaki de Juana y Josu Ternera “loca”.

Y su sonrisa de superioridad…, ya pueden estar deteniéndole delante de las cámaras de todo el mundo, ya pueden arrastrar su nombre como amigo de maleantes y narcotraficantes…. Él apunta con la barbilla al horizonte y sonríe, siempre sonríe mucho. Sonríe y te perdona la vida con esa mirada de hielo, que parece que a pesar de tener los grilletes puestos te está pasando por encima con un buldózer. O que desearía hacerlo. Cuánto daría yo por tener esa sonrisa soberbia, ladina, desconcertante hasta el punto de que no sabes si está sonriendo o enseñándote los incisivos.

Pero a pesar de todo lo que llevo dicho todavía no he dicho la principal razón de mi admiración por él: En los próximos años, muchos si hay suerte, no va a tener que aguantar a los suegros. ¿Ustedes no le envidian?

No hay comentarios:

Seguidores del blog

Otros blogs míos.