Los catalanes nacemos y vivimos donde nos da la gana. Que nadie proteste, porque podemos haber nacido en Bilbao o en Venta de Baños, pongamos, pero si uno se siente catalán es catalán. Como yo. Me siento catalán, plenamente catalán. En el corazón y en los sentimientos nadie puede gobernar. Sé que a los españoles les costará aceptarlo, ¿pero a quién le importa lo que piense un español?
Pasarán los años y los catalanes, hayamos nacido donde hayamos nacido, alcanzaremos el fin de la opresión y seremos por fin libres. Para ello los nacionalistas catalanes conseguiremos que España nos devuelva los impuestos que nos roba. Lo dice nuestro nuevo estatut, ése que Zapatero se niega a cumplir. La burguesía de Cataluya paga demasiados impuestos para que se los lleven los extremeños, por ejemplo. No consigo recordar cuál de nuestras catalanísimas autoridades dijo esto antes, pero seguro que es verdad. El dinero de los obreros catalanes, aunque en otra época hayan sido maquetos andaluces o castellanos, para Catalunya.
Sólo si se devuelve a Catalunya ese dinero que los extremeños se gastarían en ordenadores y subvenciones a los parados (eso les pasa por no haber emigrado a Catalunya a tiempo) podremos empezar a construir una Catalunya suficientemente digna. La dignidad nacionalista incluye saber gastar nuestro dinero en nuestras propias cosas, en nuestros altos cargos, por ejemplo, porque la dignidad catalana empieza por la dignidad de nuestros cargos. Así que necesitamos ese dinero que Espanya ens roba.
Ernest Benach, por ejemplo. Todos hemos comprobado cómo la prensa española se ha lanzado a muerte contra él por poner un escritorio, un reposapiés y un ordenador en su coche. ¿Y qué, a quién le importa lo que un catalán haga con el dinero de Catalunya? Es la segunda autoridad de esta nación y por eso se merece eso y más. Las críticas sólo proceden de nacionalistas españoles que pretenden humillarnos. El día en que Catalunya sea independiente nadie podrá pedirnos cuentas cuando nuestras autoridades decidan gastarse el dinero en lo que quieran. Como si quieren tunear su coche. Siempre será por Catalunya con el dinero de Catalunya. Bueno, de los catalanes...
Cuando España cumpla el nou estatut y nos devuelva el dinero que nos cobra de más, podremos por fin gastárnoslo en nuestra selección nacional de fútbol sin que nadie proteste. De momento la dignidad de Catalunya exige la entrega de una subvención de un millón doscientos mil euros a la plataforma pro selecciones catalanas. De nuestro dinero, claro, del dinero de Catalunya. Por eso necesitamos que España nos devuelva lo que es nuestro, lo dice el estatut. Basta ya de subvencionar a parados andaluces o extremeños, subvencionemos la dignidad de Catalunya por medio de la plataforma pro selecciones nacionales. Un millón doscientos mil euros de dignidad.
Y las televisiones catalanas también necesitan que España nos devuelva lo que es nuestro. La dignidad de Catalunya exige por lo menos dos televisiones, aunque sean caras de mantener, deficitarias incluso, pero la dignidad es la dignidad y vale mucho más que eso. Cierto que son un pozo sin fondo que hay que pagar, pero por ello necesitamos ese dinero que justamente exige el estatuto que aprobó mayoritariamente el poble catalá.
Y como ya me canso de escribir, lo del dinero que nos cuesta la dignidad catalana en el exterior lo hablamos otro día.
Pasarán los años y los catalanes, hayamos nacido donde hayamos nacido, alcanzaremos el fin de la opresión y seremos por fin libres. Para ello los nacionalistas catalanes conseguiremos que España nos devuelva los impuestos que nos roba. Lo dice nuestro nuevo estatut, ése que Zapatero se niega a cumplir. La burguesía de Cataluya paga demasiados impuestos para que se los lleven los extremeños, por ejemplo. No consigo recordar cuál de nuestras catalanísimas autoridades dijo esto antes, pero seguro que es verdad. El dinero de los obreros catalanes, aunque en otra época hayan sido maquetos andaluces o castellanos, para Catalunya.
Sólo si se devuelve a Catalunya ese dinero que los extremeños se gastarían en ordenadores y subvenciones a los parados (eso les pasa por no haber emigrado a Catalunya a tiempo) podremos empezar a construir una Catalunya suficientemente digna. La dignidad nacionalista incluye saber gastar nuestro dinero en nuestras propias cosas, en nuestros altos cargos, por ejemplo, porque la dignidad catalana empieza por la dignidad de nuestros cargos. Así que necesitamos ese dinero que Espanya ens roba.
Ernest Benach, por ejemplo. Todos hemos comprobado cómo la prensa española se ha lanzado a muerte contra él por poner un escritorio, un reposapiés y un ordenador en su coche. ¿Y qué, a quién le importa lo que un catalán haga con el dinero de Catalunya? Es la segunda autoridad de esta nación y por eso se merece eso y más. Las críticas sólo proceden de nacionalistas españoles que pretenden humillarnos. El día en que Catalunya sea independiente nadie podrá pedirnos cuentas cuando nuestras autoridades decidan gastarse el dinero en lo que quieran. Como si quieren tunear su coche. Siempre será por Catalunya con el dinero de Catalunya. Bueno, de los catalanes...
Cuando España cumpla el nou estatut y nos devuelva el dinero que nos cobra de más, podremos por fin gastárnoslo en nuestra selección nacional de fútbol sin que nadie proteste. De momento la dignidad de Catalunya exige la entrega de una subvención de un millón doscientos mil euros a la plataforma pro selecciones catalanas. De nuestro dinero, claro, del dinero de Catalunya. Por eso necesitamos que España nos devuelva lo que es nuestro, lo dice el estatut. Basta ya de subvencionar a parados andaluces o extremeños, subvencionemos la dignidad de Catalunya por medio de la plataforma pro selecciones nacionales. Un millón doscientos mil euros de dignidad.
Y las televisiones catalanas también necesitan que España nos devuelva lo que es nuestro. La dignidad de Catalunya exige por lo menos dos televisiones, aunque sean caras de mantener, deficitarias incluso, pero la dignidad es la dignidad y vale mucho más que eso. Cierto que son un pozo sin fondo que hay que pagar, pero por ello necesitamos ese dinero que justamente exige el estatuto que aprobó mayoritariamente el poble catalá.
Y como ya me canso de escribir, lo del dinero que nos cuesta la dignidad catalana en el exterior lo hablamos otro día.
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