En el PP se están preparando maniobras contra Rajoy. El gallego no sólo no convence sino que está empezando a estorbar. Algunos importantes militantes del partido ya han empezado su maniobra de acoso y los tiempos que se le avecinan al dirigente gallego no son precisamente de tranquilidad para preparar las nuevas citas electorales que aparecen en el horizonte.
En la calle Génova se aparenta normalidad y no se manifiestan nervios, pero Rajoy no convence y los ataques le vienen por la derecha. A algunos nos parece que el gallego nunca ha servido para el cargo, pero el PP cometerá un error si, como parece, las maniobras vienen por la derecha y están patrocinadas por Aznar y Esperanza Aguirre. España no está dispuesta.
España está embebida en un spot publicitario de ocho años (¿sólo?) escrito por José Blanco y dirigido por Zapatero, en el que un sol brillante preside un cielo azul y algodonoso e ilumina una ciudad de hermosas casas bajas y ajardinadas. Todo es maravillosamente apacible, los niños juegan a juegos no sexistas, parejas de homosexuales celebran barbacoas para sus amigos heteros que pelean por ver quien es más amigo de los maricones y los adolescentes se magrean ante sus encantados padres que se lo permiten porque sólo han suspendido cuatro y no vaya a ser que se “traumen”.
Todo lo que saque a los españoles de ese romance tiene mala prensa en las barras de bar. El español piensa su voto durante las discusiones en las barras de los bares y en lo madura en las largas pausas ante los semáforos cuando va a casa después del trabajo. Y hoy el ciudadano español, que alcanza sus cotas más bajas de pensamiento crítico mientras embrutece su ánimo con Gran Hermano, Sin tetas no hay paraíso y Escenas de matrimonio, es mayoritariamente progresista. Sin saberlo. O sin importarle. Ambas cosas.
La nueva religión que España ha abrazado entusiastamente es la comedia de costumbres, de costumbres zafias y ramplonas, en las que los personajes barriobajeros representan lo peor que hay en nosotros mientras nos educan disimuladamente en el nuevo catecismo de lo políticamente correcto. Todo vale si es progre, abajo todo lo que no comulgue con las nuevas directrices sociales.
La mayoría de los ciudadanos no saben que son progres pero el espíritu acrítico del progresismo zapateril y de las catetas comedietas televisivas se ha colado en nuestras entretelas y en las próximas cenas de empresa propias del tiempo navideño se apostará a quien es más facha de todos. “¿Facha yo? Ni tanto “asín”. ¡Vade retro que yo soy mu pogre”, dirán todos mientras piensan que lo de menos es lo que sean, lo que importa es hay que parecerlo, que viste mucho más y está de moda. España es una sociedad rara, admiramos y rechazamos, todo en un mismo viaje, a EEUU, pero la mayoría de los votantes del PP serían demasiado avanzados para algunos sectores del partido Demócrata norteamericano, el colmo del progresismo de aquel imperio.
En nuestra sociedad todo político vale si nos conserva intacto el bolsillo, el sacrosanto bolsillo. Ni en el PP se atreven a hacer una política neta de derechas, sus tibias manifestaciones sobre la retirada de los crucifijos lo delatan. La pela es la pela y las elecciones se reducen a adivinar quien administrará mejor nuestro patrimonio, los contenidos ideológicos de cada partido no interesan a nadie y no se vota en función de lo que en ese terreno proponga nadie. La defensa de los más débiles que una vez planteó el PSOE ha pasado a ser la política de lo estrafalario y de la radicalidad con el beneplácito de una sociedad consentidora y pasota, que desprecia los ideales que una vez tuvo y los ha sustituido por la billetera.
Pero ni en estos tiempos de billeteras vacías Rajoy consigue acercarse a sus rivales. Ni cayéndonos encima toda la crisis mundial, ésa que Zapa negó y sigue sin reconocer públicamente, el PP se pone por delante y surgen los primeros grupos conspiratorios. Rajoy no ha sabido contactar con los valores conservadores de la sociedad y lo va a pagar a poco mal que le salgan las elecciones gallegas y las europeas. Pero si el ataque viene desde su derecha y toca más Zaplana, más Aguirre o más Aznar va a dar igual. En la calle Ferraz se mondan de risa, España no va por ahí y sólo errores imposibles de Zapa permitirían que una sociedad irresponsable, amorfa, inculta, cateta, vulgar, putera, conscientemente ignorante y que desprecia cuanto ignora, consentidora, conformista, hedonista, materialista, acobardada, macarra y acomplejada, diera la victoria a una derecha semidictatorial e incapaz de devolver al pueblo a la senda de altura y grandeza de miras que después de tantos siglos alguna vez debería haber tenido. Eso es algo que a nadie importa, eso no se vota.
Qué importa quién lidere a la derecha, somos una sociedad sin ideales, no hay más dios que el euro y Zapatero es su profeta.
Que aprendió economía en un par de tardes.
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