Lo de Bombay es una muestra de lo lejos que andamos en occidente de la realidad del mundo, la distancia que hay entre nuestro buenismo y la mente asesina de cuatro iluminados dispuestos a lo que sea en nombre de Dios. De su dios.
Somos unos privilegiados por disponer entre nuestros líderes ese vigía de la paz mundial, ese faro de inteligencia universal, llamado José Luis Rodríguez Zapatero cuyas adelantadas ideas se estudiarán por generaciones. Buenas intenciones muy alejadas de la realidad que a nada conducen por si solas. Empecemos por buscar la justicia social, combatir el hambre y el dolor y habremos socavado el terreno de la intransigencia, habremos eliminado a cientos de miles de seguidores de la metralleta que estarán demasiado ocupados levantándose cada día para trabajar y sacar adelante a sus familias.
Primera victoria, sí, pero aún así siempre habrá que combatir con las armas en la mano a quienes quieran imponernos sus hitlerianas ideas de la cultura o sus staliniana visión de las relaciones políticas, laborales o sociales.
La edulcorada visión zapateril del mundo es tan falsa y fantástica como las aznarianas razones para invadir Irak. Hay que defenderse de los exaltados que derriban edificios o bombardean huéspedes de los hoteles, pero eso no lo conseguiremos ni invadiendo petrolíferos países ni entonando melosas canciones para arpa angelical.
El mundo está lleno de visionarios que piensan que los seis mil millones de habitantes debemos llevar burka o barba cueste lo que cueste y habrá que impedírselo por las bravas, no organizando un concurso de buenismo, pero tampoco avasallando pueblos enteros, haciendo de la democracia un interés espurio de los occidentales en vez de extenderla a todos los seres humanos.
En occidente llevamos muchos años encadenando los más estúpidos e interesados dirigentes, desde Aznar a Bush incluyendo a Zapa, el visionario de la sonrisa perdida. El tercer mundo está harto de pasar hambre y dificultades, se ha cansado de sacrificarse mientras los egoístas beneficiados por el dinero les saqueamos sus materias primas
Vamos de cráneo si no conseguimos un entendimiento, pero mientras tanto hemos de estar preparados a defender, y digo sólo “defender”, nuestros intereses. Los trovadores y juglares deben contar siempre con los soldados que vigilen mientras ellos elevan loas al amor intercultural, pensar en arcangélicos acuerdos con las fuerzas del mal es de estúpidos si no contamos con los medios necesarios y suficientes de defensa.
Somos unos privilegiados por disponer entre nuestros líderes ese vigía de la paz mundial, ese faro de inteligencia universal, llamado José Luis Rodríguez Zapatero cuyas adelantadas ideas se estudiarán por generaciones. Buenas intenciones muy alejadas de la realidad que a nada conducen por si solas. Empecemos por buscar la justicia social, combatir el hambre y el dolor y habremos socavado el terreno de la intransigencia, habremos eliminado a cientos de miles de seguidores de la metralleta que estarán demasiado ocupados levantándose cada día para trabajar y sacar adelante a sus familias.
Primera victoria, sí, pero aún así siempre habrá que combatir con las armas en la mano a quienes quieran imponernos sus hitlerianas ideas de la cultura o sus staliniana visión de las relaciones políticas, laborales o sociales.
La edulcorada visión zapateril del mundo es tan falsa y fantástica como las aznarianas razones para invadir Irak. Hay que defenderse de los exaltados que derriban edificios o bombardean huéspedes de los hoteles, pero eso no lo conseguiremos ni invadiendo petrolíferos países ni entonando melosas canciones para arpa angelical.
El mundo está lleno de visionarios que piensan que los seis mil millones de habitantes debemos llevar burka o barba cueste lo que cueste y habrá que impedírselo por las bravas, no organizando un concurso de buenismo, pero tampoco avasallando pueblos enteros, haciendo de la democracia un interés espurio de los occidentales en vez de extenderla a todos los seres humanos.
En occidente llevamos muchos años encadenando los más estúpidos e interesados dirigentes, desde Aznar a Bush incluyendo a Zapa, el visionario de la sonrisa perdida. El tercer mundo está harto de pasar hambre y dificultades, se ha cansado de sacrificarse mientras los egoístas beneficiados por el dinero les saqueamos sus materias primas
Vamos de cráneo si no conseguimos un entendimiento, pero mientras tanto hemos de estar preparados a defender, y digo sólo “defender”, nuestros intereses. Los trovadores y juglares deben contar siempre con los soldados que vigilen mientras ellos elevan loas al amor intercultural, pensar en arcangélicos acuerdos con las fuerzas del mal es de estúpidos si no contamos con los medios necesarios y suficientes de defensa.
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