Preámbulo: Vivimos en una sociedad que trata de proteger al débil, incluso aunque no se deje. Conste que no sólo me parece bien, me parece obligado.
Premisa primera: Así, hemos decidido que no dejamos beber alcohol a nuestros menores porque hacerlo trae malas consecuencias.
Premisa segunda: No les dejamos tomar drogas porque es malo para su salud.
Premisa tercera: Buscamos todo tipo de trabas para los fumadores (de tabaco, me refiero, conste) porque fumar es perjudicial, incluso puede provocar la muerte, según figura en las cajetillas.
Pregunta conclusión: Pero… en cuanto hablamos del sexo… ¿ya todo es barra libre? ¿Basta con pedirles que se pongan un condón y se acabaron los problemas, no hay barrera, ancha es Castilla, no hay límites? ¿Basta tener unos poquitos años para que, con preservativo por el medio, eso sí, los chavales puedan ir por la vida “echando polvo tras polvo”?
Señor ministro, ¿no hay más consideraciones éticas y morales que realizar? ¿Ninguna? Y mire que no hablo de consideraciones religiosas (que media España las tendría, no obstante, en cuenta), me refiero sólo a consideraciones respecto a una moral laica, progre y socialista. ¿No le parece que la vida de un joven debe tener más perspectiva que ésa, no le parece que ya puestos a la publicidad sexo-juvenil (permítame el palabro neologista) convenía hablarles a los chavales de responsabilidad, de trabajo, de esfuerzo, de amor, de seriedad, de preparación y maduración para el sexo?
¿Tal vez no convendría preguntarles que por qué hay que ir acostándose con todo el mundo por el mero hecho de que “me apetece”? ¿No convendría hablarles de continencia? ¿No convendría contarles que “joder” no lo es todo en la vida?
¿O será eso pedirle mucho a un progre? (En realidad ésta es la pregunta que yo tenía para usted)
Premisa primera: Así, hemos decidido que no dejamos beber alcohol a nuestros menores porque hacerlo trae malas consecuencias.
Premisa segunda: No les dejamos tomar drogas porque es malo para su salud.
Premisa tercera: Buscamos todo tipo de trabas para los fumadores (de tabaco, me refiero, conste) porque fumar es perjudicial, incluso puede provocar la muerte, según figura en las cajetillas.
Pregunta conclusión: Pero… en cuanto hablamos del sexo… ¿ya todo es barra libre? ¿Basta con pedirles que se pongan un condón y se acabaron los problemas, no hay barrera, ancha es Castilla, no hay límites? ¿Basta tener unos poquitos años para que, con preservativo por el medio, eso sí, los chavales puedan ir por la vida “echando polvo tras polvo”?
Señor ministro, ¿no hay más consideraciones éticas y morales que realizar? ¿Ninguna? Y mire que no hablo de consideraciones religiosas (que media España las tendría, no obstante, en cuenta), me refiero sólo a consideraciones respecto a una moral laica, progre y socialista. ¿No le parece que la vida de un joven debe tener más perspectiva que ésa, no le parece que ya puestos a la publicidad sexo-juvenil (permítame el palabro neologista) convenía hablarles a los chavales de responsabilidad, de trabajo, de esfuerzo, de amor, de seriedad, de preparación y maduración para el sexo?
¿Tal vez no convendría preguntarles que por qué hay que ir acostándose con todo el mundo por el mero hecho de que “me apetece”? ¿No convendría hablarles de continencia? ¿No convendría contarles que “joder” no lo es todo en la vida?
¿O será eso pedirle mucho a un progre? (En realidad ésta es la pregunta que yo tenía para usted)
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