¿A ustedes no les aburre Obama? Mire, hasta de la mejor miel se harta el oso goloso. Lo de Obama se me antoja una superproducción de Hollywood, de ésas que tras una increíble campaña publicitaria llenan las salas de cine de todo el mundo. Y es que hay veces que la peli no es tan buena como sus anuncios. No, no digo que Obama sea falso y de cartón piedra, posiblemente termine por ser un gran presidente de los Estados Unidos, pero estoy seguro de que nunca nadie habrá defraudado tan deprisa a tantos en tan poco tiempo. Al loro, que eso pasa siempre.
Hombre, muy listo no hay que ser para acertar que va a mejorar a su antecesor todos los días, incluso antes de despertarse. Eso es algo demasiado fácil. Pero el mundo le ha recibido como la solución final, como al héroe desesperado tras el que no parece haber refugio. Y eso no puede ser así porque, aparte de que eso se parece demasiado a las pelis de Terminator, nadie puede responder a tanta ilusión como ha despertado. Yo personalmente me he hartado ya de tanto Obama en tantas radios y en tantos periódicos. El problema será cuando tenga que tomar las decisiones, que nunca podrán gustar a todos, empezando por los gobernantes que tanto se empeñan en parecerse a él.
Estoy deseando que pasen pronto los primeros meses, las primeras decisiones a ver cuántos se han de volver atrás de sus apresuradas opiniones, a ver cuántos caen del caballo antes de llegar a Damasco y descubren que Obama es sólo un hombre. De momento parece que su primer discurso ante tres o cuatro millones de espectadores presenciales no parece haber sido el mayor éxito del “negro” que le escribe los discursos. Soy escéptico, señores, ustedes me sabrán perdonar si andando el tiempo he de rectificar e incorporarme a los seis mil y pico millones de “obamamaniacos” que en el mundo son.
Miren, déjeme que les cuente que de la ceremonia me ha gustado que Obama jurara ante la Biblia sin que nadie se escandalizara ni protestara ni se hundiera el país, mientras que aquí, que tanto queremos parecernos a ellos, andamos quitando crucifijos de las escuelas. Me llamó la atención que el lugar de la ceremonia estuviera repleto de miles y miles de banderas del país. Mientras las veía me acordaba de aquella súper bandera española de la plaza de Colón y la tabarra que algunos dieron por ella (otra vez los mismos que quieren parecerse a Obama) y cómo al final, ahora que mandan ellos, no parece que importe el tamaño (el de la bandera, digo). ¿Señor, cómo se podía hacer oposición con eso? Bueno, ellos al menos la hacían.
A lo que iba, que me aburre Obama, que no me va a solucionar la vida ni va a sacar adelante mi trabajo de esta mañana. Que no nos mentirá para meternos en otra guerra absurda, lo que ya es mucho, mucho, pero que mi despertador va a seguir sonando a la misma hora hasta que me jubile, si tal y como nos está dejando Solbes el solar puedo jubilarme algún día.
¿Será que ya he vivido demasiadas decepciones?
2 comentarios:
Como Zapatero pero con la diferencia que aquí es una producción de Almodovar y allí a lo "jolibú".
Jorge, ten en cuenta que las producciones de Hollywood tienen más éxito (tanto de crítica como de público)en España que el propio cine español. Zapa no es Almodóvar, tiene más éxito, más seguidores fieles y devotos. Todo ello me lleva a una pregunta: ¿Quién paga la publicidad de Almodóvar? Él y su productora, claro. ¿La de Zapa?
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