Cuando empiezo a escribir el presente artículo todavía no sabemos lo que va a pasar en la Puerta del Sol en concreto ni con el movimiento de los “indignados”. Yo personalmente sigo esperando a que aparezca al cojo Manteca, no me fío de los movimientos supuestamente improvisados, descoordinados y que reclaman democracia mientras otros apalean periodistas. ¿Se atreverán las democráticas fuerzas del orden socialista a disolver a los concentrados? Apuesto que no.
Lo llamativo de todo esto es cómo las fuerzas progresistas intentan... ¿absorber, aspirar, fagocitar? esta novedad social. Todos babean para llevarse el voto a la urna mientras simulan comprensión y solidaridad con los desheredados de la Tierra. Izquierdistas de alfombra roja pretenden equipararse a gentes que no tienen con qué pagar la hipoteca, izquierdistas de coche oficial se asimilan a parados sin futuro, izquierdistas de secretaria pagada por todos (Perdón, doña Leyre: “o secretario”) pretenden pertenecer a la misma casta que estos intocables. Los que viven del sistema y para el sistema quieren aprovecharse de los que piden su reforma.
La manipulación, sea desde fuera y tan obvia como ésta o desde dentro de los mismos acampados, por medio de infiltrados ultraizquierdistas, acecha al movimiento y puede desvirtuarlo, derivándolo hacia intereses sectarios, sus votos son deseados y su apoyo necesitado por todos los partidos. O por casi todos. Pero aquello que todos opinamos, apoyamos y deseamos, cosas como la separación absoluta de poderes, que igual que se ha rescatado a la banca con nuestros impuestos se apoye al ciudadano común o que se cumplan las promesas electorales son un caramelo demasiado goloso, que los políticos corruptos sean desterrados de las listas electorales, que haya listas abiertas, no pueden ser defendidas de pronto por quienes se han valido de ellas.
Deben unificarse estos grupúsculos y poner, negro sobre blanco, lo que demandan, aquello que pueda agrupar mayor número de adeptos y sea aceptable por ciudadanos de todas las edades y grupos sociales. Arrimar el ascua a la ideología de los contrasistema, o crear un efecto llamada para ellos, es decretar la muerte por inanición de esta oportunidad social. O estamos todos o esto no vale.
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