Algún día tendremos un gobierno
honesto y encargará un estudio sociológico sobre la influencia del deporte
español en la manipulación de los ciudadanos. Algún día tendremos un gobierno
honesto y encargará un estudio sociológico sobre la influencia de los triunfos
del deporte español en la mansedumbre de los ciudadanos.
España acaba de proclamarse
campeona del mundo de balonmano. Por segunda vez, al parecer. Estaba yo pasando
la tarde en un lugar que se supone apartado del mundanal ruido y preocupado por
otros intereses infinitamente más prácticos que un título honorífico. El
deporte, minoritario además, debería haber quedado aislado en un rincón al que
sólo los más fanáticos deberían llegar, sin embargo señoras a punto de ser
ancianas, gentes con serias preocupaciones en la cabeza, que deberían estar
pensando en asuntos más terrenales, salían por los pasillos y en vez de un
saludo protocolario te encajaban en plena mandíbula un “Campeones de balonmano,
otra vez”.
Estoy orgulloso de nuestros
deportistas, claro, cómo no. Estoy orgulloso de… ¿de qué cojones sirve todo eso
salvo para enmascarar la miseria y podredumbre de una sociedad enferma como la
española? Mañana todos aquellos que esta tarde se han dejado los nervios ante
la tele se van a levantar a la misma hora para, si tienen suerte, trabajar de
sol a sol, con más responsabilidad que nunca, con más presión que nunca, con un
jefe más cabreado que nunca, por un sueldo menor que nunca.
Y los que no sean afortunados se
verán obligados a arrastrar su ronquera balonmanista por las calles mientras
meditan los últimos cien mil noes a su petición de un empleo para poder
alimentar a su familia. Sólo la estulticia es capaz de recurrir al pan y circo
para, dos mil años después, consolar a un pueblo impotente, que ve más lejana
su jubilación, que ve sus derechos recortados por unos partidos, el actual y el
anterior, que echándose la culpa unos a otros no han sabido librarnos de las
penas de este infierno capitalista en el que nos vemos sumidos.
Sólo la ceguera partidista, de
éstos y de aquéllos, acompaña a la tontuna deportiva, Ronaldo y Messi por
medio, para marear la perdiz social y dejar que por ceguera incapaz de aquellos
la crisis haya ascendido hasta reinar en todos los hogares, sin que jamás hayan
aparecido los famosos brotes verdes, y por imposibilidad manifiesta de los
otros dejar que bajen los sueldos, las pensiones y los derechos mientras suben
los precios, la edad de jubilación y el número de parados y empresas cerradas para
satisfacción del Cuarto Reich de Herr Merkel.
Mecagüen las selecciones deportivas,
mecagüen las competiciones, mecagüen los campeonatos, los jugadores y las
diferentes ligas de solteros contra casados que de pueblo en pueblo salpican
España todos los domingos. Mientras nos entontecemos con el color de una
camiseta, en Catalunya los políticos se siguen embolsando un 3 o 4 % de cada
obra… pagado con nuestros impuestos; mientras nos entontecemos con la música de
un himno, un truhán del partido Popular reparte sobrecitos a sus coleguillas
más queridos que extienden la mano mientras miran para otro lado; mientras discutimos
por un fuera de juego, un golfo socialista paga a su esposa 3000 euros por un articulito
bien apañao, que digo yo que según esa proporción los maestros deberían cobrar
50000 € y los trasportistas se deberían llevar a casa 100 euros por kilómetro
recorrido.
Algún día tendremos un gobierno
honesto y encargará un estudio sociológico sobre la influencia del deporte
español en la manipulación de los ciudadanos. Algún día tendremos un gobierno
honesto y encargará un estudio sociológico sobre la influencia de los triunfos
del deporte español en la mansedumbre de los ciudadanos.
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