Palencia es una emoción:

24 febrero 2013

Mariano, Soraya y Alfredo


Se queja Pilar Cernuda en Onda Cero del trato irrespetuoso de algunos periodistas a los políticos más representativos de los principales partidos. Dice, y con toda la razón, que no es justo ni digno que algunos periodistas  se dirijan a ellos cuando entran o salen de las Cortes llamándolos a gritos por su nombre de pila.

Ciertamente es una descortesía, mayor con personas que ocupan un cargo de relevancia. La crítica política es otra cosa, debe ser tan dura y contundente como respetuosa. Pero en España, cosa de la evolución política de la Transición, hemos confundido los derechos que a todos nos reconoce la democracia por igual con el “todos somos iguales”, una gilipollez de arriba abajo. No todos somos iguales porque no todos tenemos los mismos méritos ni cualidades. De ahí al “todos somos iguales de chabacanos” no hay más que un paso.

El avance generalizado del tuteo y la consiguiente desaparición del tratamiento de usted es un síntoma de degeneración del que no hemos querido tomar nota. Que un camarero te pregunte “¿Buenas, qué tomas?”, en un restaurante de 25 ó 30€ el cubierto, se considera normal y es estimulado por parte de la población; que el director de una oficina de ahorros se dirija de tú a un anciano al que no conoce (he vivido ambos casos) es comprendido como algo propio de nuestro siglo… sin embargo es algo incomprensible en cualquier país civilizado, Francia, Inglaterra, o incluso otras culturas tercermundistas y atrasadas, obsérvese que lo digo con ironía, donde todavía mantienen el apego a tradiciones y maneras que nosotros, muchísimo más evolucionados y progresistas, hemos abandonado hace tiempo.

Hemos perdido el paso de la evolución, hemos perdido el tiempo y hemos perdido el norte. Ese “todos somos iguales” nos lleva a tutear al catedrático, al cirujano o al maestro de escuela, nadie parece encontrar méritos suficientes en nadie… “porque todos somos iguales”. Cierto que todos tenemos los mismos derechos, cosa que nadie discute, pero no todos somos iguales. La edad, la dignidad u otras condiciones deben otorgar más respeto y una consideración especial al que se lo haya ganado. Pero nos llegamos en eso, en “Oye, Mariano, qué opinas de Bárcenas? ¿Oye, Alfredo, qué pasa en tu partido?” dicho a voces y en tumulto al paso de un ministro o del presidente del gobierno. Y lo llaman periodismo, y hay emisoras que ganan dinero con ello porque a miles de espectadores les parece bien.

Comparados con otros europeos, más atrasados y bárbaros que nosotros, somos unos privilegiados, somos el país que más tacos tiene en su idioma, el que más tacos dice y el único que lo considera muestra de hombría, cultura y elegancia. Y es que somos así de progres, qué le vamos a hacer.

Y ahora pónganme a parir por antigualla, cavernícola y ajado. Y retrógrado, que soy de los que aprendieron aquello de respetar a las personas mayores en edad o dignidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, D. Pedro, pero esta gente lo ha venido consintiendo, más bien promoviéndolo. Se ha perdido el respeto al profesor, al médico, etc.
Tenemos una sociedad idiotizada que idolatra al becerro de oro que no es otro que la juerga, el vicio, y el trabajo y el esfuerzo es de tontos.

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