El pasado lunes, con gran pompa y
boato oficiales, se ha celebrado el trigésimo aniversario de nuestro estatuto
de autonomía. A las calles nada ha trascendido, nadie se ha enterado, y la
fecha ha pasado inadvertida. Les hablo de Castilla y León, este cero a la
izquierda de una España que pena ahora sus errores de casi cuarenta años.
España está en un serio aprieto
con referendums de independencia, propuestas de federalismos asimétricos o
deseos de los más ricos -cómo no- de tener una Hacienda propia y diferenciada.
Pero para todo ello Castilla y León no pinta nada, nadie escucha su voz.
Recordemos que Castilla y León existe por empeño personal de Martín Villa, que
aludió a "intereses del Estado" para justificar su existencia, pues
era la condición impuesta por los nacionalistas para aceptar la Constitución.
Castilla no existe como autonomía porque sería demasiado grande y fuerte para
quienes pretendían manipular el Estado conforme a sus egoístas intereses. Y así
le está yendo a España en manos de “esos” intereses.
El Estado cedió, desmembrando a
Castilla. ¿Pero Madrid no es Castilla? ¿Y las antiguas provincias de Castilla
la Vieja, Santander o Logroño, o las de La Nueva, Toledo, Cuenca, no han sido
siempre Castilla? España, el Estado, creyó que cediendo a aquel chantaje
cerraría por siempre el peligro de la secesión. El tiempo ha demostrado que
aquella fue sólo la primera de las demandas nacionalistas que nos han
convertido en una nación a punto de la extinción.
Se contentó a los nacionalistas
para que Castilla no pintara nada en un Estado que ella había creado quinientos
años antes, Estado que los que quieren irse de él manipulan a cambio de sus
votos; España está acogotada por quienes la chantajean a cambio de privilegios
fiscales o políticos, está en manos de quienes hacen de la queja y de la
amenaza permanente su forma de relación dominante con el resto de la nación.
Castilla y León celebran el
trigésimo aniversario de una autonomía que es un elemento pasivo en el Estado,
dejándose llevar por otros y sus intereses. Es doloroso que nuestras
instituciones celebren una fecha que es raíz de graves problemas políticos,
mientras dejamos la dirección del Estado en manos de quienes nos sacan los
dineros para sus embajadas, sus políticos y sus televisiones, mientras se mofan
de nosotros, nos amenazan con hacer de la Constitución y de nosotros lo que les
pase por la imaginación. Un gran éxito el tuyo, España.
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