El gran pacto que es hoy
necesario en España no es contra la crisis económica, sino contra la crisis moral
de una sociedad que ha conseguido que algunos ayuntamientos consideren normal
gastarse los dineros públicos en recepciones a los amiguetes con champán y
jamón. La decadencia moral es tan enorme que no sólo es legal sino que incluso
se considera lícito. ¿Qué podemos hacer los españoles cuando volvemos a ser
portada de los grandes periódicos internacionales por nuestros políticos
corruptos?
Desde la fama de Belén Esteban u
Olvido Hormigos hasta la ley hipotecaria, la ley electoral bipartidista o los
aprietos separatistas (una apuesta egoísta contra el Estado pero sobre todo por
obtener privilegios sobre las demás regiones) todo son deméritos de una nación
que debería desaparecer devorada por sus propios hijos. Y no, no me he olvidado
y debo mencionar a políticos y sindicalistas mafiosos que han colaborado con el
hundimiento de una sociedad que estaba entregada al bienestar y a la
producción. Hablo, por ejemplo, de las Cajas de Ahorros.
Esta España debe desaparecer
barrida por la voluntad de un pueblo que sin embargo aparece manso, conformista,
experto en comulgar con las ruedas de molino de Zapatero, el ignorante, o de
Rajoy el incompetente. Y en ésas estamos incapaces de salir de este atolladero
bipartidista que a nadie favorece y nos perjudica a todos. Excepto a los
corruptos
España debe desaparecer y
llevarse sus diecisiete autonomías, no hay tantas diferencias de idiosincrasia,
de cultura, de lengua, de costumbres o de leyes, en una nación bien diversa por
otra parte.
Aquel “Café para todos” se ha convertido en una de las perversiones
mayores que ha colaborado con la ineficacia, la ignorancia y la corrupción para
acabar con nosotros. El Estado se ha convertido en una amalgama de diecisiete
reinos de taifas cada vez más deslavazados y enfrentados en algunos casos. Hay
que agradecer a la izquierda, que defiende para Cataluña y para Euskadi, lo que
no defiende para Castilla, por ejemplo.
Mientras tanto todo se vuelve
recortar derechos, recortar sueldos, recortar pensiones, recortar trabajos y
alargar la edad de jubilación. Así gobernar resulta extremadamente fácil. Que
pongan a Jorge Javier Vázquez o Risto Mejide, no tienen ni idea de gobernar
pero caen bien a la burricie colectiva que con sus votos legitima esta falsa
democracia.
El gran pacto que es hoy
necesario en España no es contra la crisis económica, sino contra la crisis moral
de una sociedad que tiene sus referentes morales y sociales en Olvido Hormigos o
Pocholo Martínez Bordiú. Esa España que reelige alcaldes y concejales corruptos,
amorales e indignos, acuérdense de Ponferrada, por ejemplo, debe desaparecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario