Por qué media España se declara
de izquierdas y, salvo al contar votos, nunca aparezcan valientes que se
declaren de derechas es un misterio a medio resolver. El pasado régimen
dictatorial, tan simplemente asociado a la derecha sin más, es un lastre que
podría explicarlo, pero sería complicado que después de casi cuarenta años de
la muerte de Franco la otra media España siguiera acomplejada. Pero, la de
Franco aparte, ¿no hay más posibilidades de ser de derechas? Al menos en otros países
próximos a nosotros parecen existir partidos de derechas sin complejos, lo
dicho, será Franco.
Afortunadamente el voto es
secreto y los españoles pueden votar a quien quieran, aún tapándose la nariz,
cerrando los ojos y agachando la cabeza para no ser visto. Ser de derechas es
vergonzoso al parecer, mientras que ser de izquierdas es de personas nobles,
generosas y de altas miras… El cliché está tan aceptado socialmente que en
España ningún partido reconoce representar ese papel, y el PP se dice “de
centro”. ¿Ser de derechas significa no preocuparse de los débiles, de los
desafortunados, de los desheredados; ser de derechas significa carecer de
sentido social? Mientras escribo, Aznar
está “largando” en el Club Siglo XXI y sería bueno saber qué tiene que decir al
respecto. Las voces que desde dentro mantienen una postura más cercana a él son
tan toleradas como convenientemente calladas. Discreción y disciplina de
partido, lo llaman.
Que el PP, tan socavado por la
corrupción (Gurtel, Bárcenas y ahora García Escudero, ¡un padre de la Patria
que no sabe lo que debe declarar a Hacienda!) sobreviva en las encuestas y
pueda ganar las elecciones europeas sólo habla mal del PSOE y sus miserias, del
lastimero legado del último presidente, a cuya memoria les gustaría renunciar. Sólo
la indigencia de un partido dividido por algo tan elemental como la visión de
España –Los socialistas asturianos acaban de proponer refundar el PSOE catalán-
permite salir adelante al partido de Rajoy.
A España le hace falta tener un
partido de derechas, como existe en Francia para no ir demasiado lejos. Es
bueno tener un partido ni chicha ni limoná, como el PP, pero hace falta
reivindicar un partido conservador en lo moral, limpio en lo ético y activo en
lo social. Ahora mismo la izquierda se está renovando, lentamente, con partidos
que sin renunciar a sus valores propios no se olvidan de valores comunes, como el
concepto de nación, tan discutible según ZapaHuero, pero falta la misma labor
de renovación en esa derecha ruborizada, maquillada y disimulada a la que le
avergüenza reconocer sus orígenes y proclamar sus valores. Lo contrario es dar
la razón a los que piensan que ser de izquierdas es más noble y digno.
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