Llevo mucho tiempo defendiendo
que dentro del PP hay al menos dos PPs. Que en cualquier país políticamente decente
y convincente hay dos partidos de derechas, véase Francia, por ejemplo… El paso
del tiempo lo dirá, pero parece que no todo el PP es tan centrista como Rajoy. Ni
tan callado, reservado o silencioso… O simplemente cauteloso. A España le iría
bien que un partido de centro pudiera aliarse, según los casos, con una derecha
o con una izquierda moderadas.
A España le está costando
librarse de la sombra de Franco, cualquiera que o comulgue con el ideario
narcisista de lo políticamente correcto es tachado de franquista. Incluso para
algunos, el PP vacío de contenido, acomplejado e incumplidor de sus compromisos
es Franco en estado puro, cómo si alguien se hubiese atrevido a pedir a Franco
que compareciera ante las Cortes para dar explicaciones. La izquierda puede radicalizarse sin que la llamen leninista o troskista... ya ni el PSOE se dice marxista, pero la derecha enseguida es franquista... cosas del agit-prop
Cada vez veo más seguidores, en
twitter o Facebook de Esperanza Aguirre. Tiene sus serios detractores, claro,
pero sus seguidores me parecen cada vez más numerosos y más fervorosos. No veo
a Rajoy que tenga tan declarados admiradores como Aznar o Aguirre. Quizá sea el
precio de la indefinición, de esos silencios habituales de Rajoy y que en los
últimos días con las denuncias publicadas por la prensa, por cierta prensa,
seguramente interesada o vengativa, resultan más llamativos y desasosegadores.
Hay veces que hay que hablar, dar la cara, mojarse y dejarse los pelos en la
gatera.
Aguirre en cambio no tiene pelos
en la lengua y ha puesto a caer de un burro a la actual dirección del partido,
sobre su cabeza recaen broncas de las actuales cabezas pensantes de la Calle Génova,
sus partidarios suben, al contrario que los votantes del PP. Numerosos nombres importantes
han abandonado el partido lentamente desde que Rajoy se hizo cargo de él. El PP
corre el riesgo de deshacerse como se deshizo UCD y quedarse en nada, dejando a
once millones de votantes sin partido. Hay madera para un partido de derechas
en España, que no sufra complejos y que no prefiera llamarse de “centro derecha”.
Siempre he pensado que vendría bien a España, miren a Francia.
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