Aquel Ciudadano era consciente de
los problemas de su sociedad, le dolían las situaciones injustas y deseaba
colaborar en su solución. Tenía muy claras las ideas y sabía qué debía
corregirse para mejorar. Cada día que pasaba comprobaba, desolado, que la honradez
y la ética deberían ser sus objetivos primordiales.
Animado, se agrupó con otros que
pensaban como él. Juntos buscaron apoyos más amplios y, fortalecidos, se
organizaron. Durante largas jornadas
debatieron ideas y desarrollaron un programa electoral, señalando qué querían
cambiar y cómo pretendían hacerlo. Aquel Ciudadano se entusiasmaba, aportaba
ideas, daba ánimos y trataba de mejorar con sus conocimientos y experiencia lo
que otros apuntaban.
Los compromisos eran grandes:
injusticias, desarrollo inadecuado, problemas sociales, urbanísticos,
económicos, educación, desempleo, ancianos, urbanismo, comunicaciones… Todo se
debatía y se buscaban posibles soluciones. El entusiasmo por cambiar la
sociedad, por hacerla mejor, más equilibrada y más justa no hacía más que
crecer.
Aquel Ciudadano enseguida
destacó, llamó la atención de los demás y un Selecto Grupo de Compañeros habló
con él y le sugirió liderar aquel movimiento destinado a propagar la justicia y
a borrar la iniquidad. Se sintió muy orgulloso de encabezar la renovación
social. No todos estaban conformes, incluso Alguno Más quería también ser líder
pero terminaron por apartarlo y dejarle el camino expedito, así que fue elegido
por aclamación. No le parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la
ética que él propugnaba pero entendía que en algo tenía que ceder y Aquel Ciudadano
empezó a llamarse El Candidato.
La campaña electoral iba a
empezar, El Candidato tenía una energía inagotable, iba y venía, llamaba y
controlaba, saludaba y besaba, corregía y firmaba. Por consejo del Selecto
Grupo de Compañeros empezó a hablar mal de otras personas, sus rivales. No le
parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la ética que él propugnaba
pero entendía que en algo tenía que ceder.
Por primera vez confrontó sus
ideas con los datos reales de la sociedad a la que iba a servir, observó que
algunos de sus proyectos y algunas de sus soluciones eran de difícil aplicación
y que otros estaban equivocados. Intentó corregir sus planteamientos, pero no
le dejaron. Se dio cuenta de que la complejidad de muchos de los problemas
superaba sus propios conocimientos y su preparación, así que contó sus
preocupaciones al Selecto Grupo de Compañeros. Éstos, escogidos entre los mejor
preparados, minimizaron las dificultades y le aconsejaron seguir adelante con
la cabeza bien alta sin dar muestras de desasosiego.
El Candidato empezó a dormir mal
al comprobar la tarea ingente que le esperaba, que nunca podría llevar a cabo
muchos de sus proyectos, algunos por imposibles y otros por erróneos. Se dio
cuenta de que la honradez y la ética que siempre había preconizado pasaban por
reconocer su imposibilidad de cumplir la palabra que había dado a los
electores: Más allá de su encantadora imagen personal carecía de preparación y
conocimientos suficientes, no podría mantener sus promesas y debía mantener
ocultas sus limitaciones personales y las del proyecto del Selecto Grupo de
Compañeros. No le parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la ética
que él propugnaba y entendió que en eso no tenía que ceder.
Esa noche El Candidato tomó una
decisión, hizo una llamada al Selecto Grupo de Compañeros y al día siguiente
pasó a llamarse de nuevo Aquel Ciudadano.
1 comentario:
El tono de este artículo es distinto al de los demás de su blog. Parece "biográfico", como si escribiera en realidad sobre alguien en concreto, como si Aquel Candidato fuera algún conocido de usted. Si es ficción, le felicito, porque nos parece trasladar un trozo de realidad. Si no lo es, le diré que he conocido un caso similar. Si omito detalles es porque me confió esta historia con vistas a desahogarse, no a darle publicidad. Un médico de familia, un buen profesional, por cierto, entró en política por un tan conocido como presunto partido liberal, ya que desde su experiencia con la gente creyó poder ser útil, no para apuntalar la capital andaluza en que tenía su residencia, pues allí goza de una mayoría amplia, sino para promover una política liberal en los pueblos de la provincia, lo cual no dejaba de ser una heroicidad, porque es allí donde está más arraigado el régimen "chavista" (o griñano-susanista", tanto da.) Una vez que superó unos difíciles comienzos (presentaciones minoritarias, insultos, amenazas, y otras cacerías); una vez que Aquel Ciudadano pudo postularse como Aquel Candidato, su labor fue solapada por su Selecto Grupo de Compañeros una vez que produjo el fruto deseado: un significativo incremento de la intención de voto. Siguiendo un orden cronológico, se conspiró contra él, se le quitó la silla, se le defenestró y acabó por aburrirle, hasta acusar su baja; todo para que el Selecto Grupo recogiera unos triunfos que, por cierto, nunca llegaron. Sólo me detengo en este ejemplo, por la colorida descripción que me hizo mi confidente, porque de otra obtuve constancia de que este fenómeno ocurre por igual en Asociaciones y Organizaciones no gubernamentales de objeto variado: el trabajo de campo lo hacen unos, y otros recogen los frutos, una vez que la administración inyecta dinero público; esos otros, por cierto, promovidos por la misma administración que paga.
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