Palencia es una emoción:

03 enero 2014

El Candidato

Aquel Ciudadano era consciente de los problemas de su sociedad, le dolían las situaciones injustas y deseaba colaborar en su solución. Tenía muy claras las ideas y sabía qué debía corregirse para mejorar. Cada día que pasaba comprobaba, desolado, que la honradez y la ética deberían ser sus objetivos primordiales.

Animado, se agrupó con otros que pensaban como él. Juntos buscaron apoyos más amplios y, fortalecidos, se organizaron.  Durante largas jornadas debatieron ideas y desarrollaron un programa electoral, señalando qué querían cambiar y cómo pretendían hacerlo. Aquel Ciudadano se entusiasmaba, aportaba ideas, daba ánimos y trataba de mejorar con sus conocimientos y experiencia lo que otros apuntaban.

Los compromisos eran grandes: injusticias, desarrollo inadecuado, problemas sociales, urbanísticos, económicos, educación, desempleo, ancianos, urbanismo, comunicaciones… Todo se debatía y se buscaban posibles soluciones. El entusiasmo por cambiar la sociedad, por hacerla mejor, más equilibrada y más justa no hacía más que crecer.

Aquel Ciudadano enseguida destacó, llamó la atención de los demás y un Selecto Grupo de Compañeros habló con él y le sugirió liderar aquel movimiento destinado a propagar la justicia y a borrar la iniquidad. Se sintió muy orgulloso de encabezar la renovación social. No todos estaban conformes, incluso Alguno Más quería también ser líder pero terminaron por apartarlo y dejarle el camino expedito, así que fue elegido por aclamación. No le parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la ética que él propugnaba pero entendía que en algo tenía que ceder y Aquel Ciudadano empezó a llamarse El Candidato.

La campaña electoral iba a empezar, El Candidato tenía una energía inagotable, iba y venía, llamaba y controlaba, saludaba y besaba, corregía y firmaba. Por consejo del Selecto Grupo de Compañeros empezó a hablar mal de otras personas, sus rivales. No le parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la ética que él propugnaba pero entendía que en algo tenía que ceder.

Por primera vez confrontó sus ideas con los datos reales de la sociedad a la que iba a servir, observó que algunos de sus proyectos y algunas de sus soluciones eran de difícil aplicación y que otros estaban equivocados. Intentó corregir sus planteamientos, pero no le dejaron. Se dio cuenta de que la complejidad de muchos de los problemas superaba sus propios conocimientos y su preparación, así que contó sus preocupaciones al Selecto Grupo de Compañeros. Éstos, escogidos entre los mejor preparados, minimizaron las dificultades y le aconsejaron seguir adelante con la cabeza bien alta sin dar muestras de desasosiego.

El Candidato empezó a dormir mal al comprobar la tarea ingente que le esperaba, que nunca podría llevar a cabo muchos de sus proyectos, algunos por imposibles y otros por erróneos. Se dio cuenta de que la honradez y la ética que siempre había preconizado pasaban por reconocer su imposibilidad de cumplir la palabra que había dado a los electores: Más allá de su encantadora imagen personal carecía de preparación y conocimientos suficientes, no podría mantener sus promesas y debía mantener ocultas sus limitaciones personales y las del proyecto del Selecto Grupo de Compañeros. No le parecía que eso fuera de acuerdo con la honradez y la ética que él propugnaba y entendió que en eso no tenía que ceder.


Esa noche El Candidato tomó una decisión, hizo una llamada al Selecto Grupo de Compañeros y al día siguiente pasó a llamarse de nuevo Aquel Ciudadano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El tono de este artículo es distinto al de los demás de su blog. Parece "biográfico", como si escribiera en realidad sobre alguien en concreto, como si Aquel Candidato fuera algún conocido de usted. Si es ficción, le felicito, porque nos parece trasladar un trozo de realidad. Si no lo es, le diré que he conocido un caso similar. Si omito detalles es porque me confió esta historia con vistas a desahogarse, no a darle publicidad. Un médico de familia, un buen profesional, por cierto, entró en política por un tan conocido como presunto partido liberal, ya que desde su experiencia con la gente creyó poder ser útil, no para apuntalar la capital andaluza en que tenía su residencia, pues allí goza de una mayoría amplia, sino para promover una política liberal en los pueblos de la provincia, lo cual no dejaba de ser una heroicidad, porque es allí donde está más arraigado el régimen "chavista" (o griñano-susanista", tanto da.) Una vez que superó unos difíciles comienzos (presentaciones minoritarias, insultos, amenazas, y otras cacerías); una vez que Aquel Ciudadano pudo postularse como Aquel Candidato, su labor fue solapada por su Selecto Grupo de Compañeros una vez que produjo el fruto deseado: un significativo incremento de la intención de voto. Siguiendo un orden cronológico, se conspiró contra él, se le quitó la silla, se le defenestró y acabó por aburrirle, hasta acusar su baja; todo para que el Selecto Grupo recogiera unos triunfos que, por cierto, nunca llegaron. Sólo me detengo en este ejemplo, por la colorida descripción que me hizo mi confidente, porque de otra obtuve constancia de que este fenómeno ocurre por igual en Asociaciones y Organizaciones no gubernamentales de objeto variado: el trabajo de campo lo hacen unos, y otros recogen los frutos, una vez que la administración inyecta dinero público; esos otros, por cierto, promovidos por la misma administración que paga.

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