Verán, he tenido un día horrible.
Desde primera hora sufro un dolor de cabeza que se resiste a irse cuando ya
debería irme a la cama. He pasado la tarde entre pastillas, intentando
distraerme inyectándome en vena los periódicos digitales… y encuentro por doquier
felicitaciones a España en cualquier idioma.
Parece ser que en nuestro futuro
económico hemos abierto un agujero a través del cual tal vez veamos el túnel
que hemos de recorrer para algún día encontrar una débil luz que sugiera que se
acerca el final de la crisis. La frase anterior me ha quedado verdaderamente
demasiado larga pero al gobierno le empiezan a felicitar desde el FMI hasta el
país más insignificante. Quizá debamos tirar cohetes, manifestarnos con loas al
gobierno y convocar un par de días de fiesta nacional. No, fiesta nacional, no.
No, porque tendríamos que trabajar incluso siendo festivos y porque no sabemos
si en verdad somos una nación.
El caso es que ni tiramos
cohetes, que no son tiempos para tirar nada, ni nos manifestamos… como no sea
en Gamonal. Es decir que nos quedamos con las felicitaciones al gobierno por
falta de alternativas. Es curioso que progresar signifique facilitar los
despidos, cerrar pequeños negocios, que la población vaya en regresión, que las
pensiones disminuyan, que los hospitales tengan menos camas o las escuelas
menos recursos. Y lo llaman mejorar. Y se felicitan. Y nos felicitan.
La pregunta maliciosa es por qué
se han abierto hospitales y escuelas, por qué se pagan pensiones, por qué se
indemniza a los despedidos. ¡Con lo que nos podríamos ahorrar si lo
suprimiéramos todo…! ¿Se imaginan las felicitaciones en la prensa
internacional? Sí, ya sé, tranquilos los lectores, ya sé que todo esto empezó
antes y que los primeros en reducir derechos, pensiones y sueldos, los primeros
en aumentar la edad de jubilación fueron otros. Sí, no se me olvida que hubo un
inepto, culpable de ignorancia económica, empeñado en negar la crisis primero y
en mindundearla después. No se me
olvida, pero tampoco que en vez de reducir gastos reduciendo el Estado el
gobierno ha reducido gastos reduciendo derechos. El caso es que progreso se
llama reducción de sueldos, pensiones y servicios y nos felicitan por ello.
Todo se reduce menos el Estado.
Verán, hoy tenía un día horrible,
incluso el dolor de cabeza me ha aumentado según escribía, pero a nuestro
gobierno le llueven felicitaciones por todas partes. ¿No es para estar
satisfecho?
1 comentario:
No acierto a adivinar por qué se llama así el artículo: "Es el capitalismo, imbécil." ¿Es que Bill Clinton ha depuesto a BObama?
Lo que usted plantea, si no me equivoco, es el fraude de las estadísticas cocinadas. Este lifting de los datos macroeconómicos, ¿a quién beneficia? Al mercado no. El capitalismo se basa en la libertad de mercado, pero sobre todo en la fiabilidad de los datos que ofrecen las operaciones de quienes concurren en él. El mercado no engaña; el capitalista no necesita ni quiere engañarse falsean sus datos; al revés, con independencia de las obligaciones contables a que esta sujeto, lo cierto es que por mucho que quiera falsear su situación, si ha tronado, pues ha tronado y se acabo; si no tiene para adquirir bienes o recursos, no puede seguir operando.
El cocinado de los datos macroeconómicos beneficia a los políticos con responsabilidades en el gobierno, en las decisiones de la economía del estado, en la medida en que, a su vez, incide con su actividad en el mercado. Estos políticos deben su empleo a los votos, cuya cuantía expresa la confianza del electorado en el éxito de su gestión. Para ganar esa confianza deben vender éxito, y como tienen la chequera y gozan de los recursos y la garantía del Estado, aunque su gestión sea desastrosa no lo van a reconocer. Por eso falsean, cocinan las estadísticas sin el menor escrúpulo de conciencia. Pero eso no tiene nada que ver con el capitalismo y si con su contrario: el intervencionismo estatal. Yo habría titulado el articulo: "Es la política, imbécil."
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