Perdónenme pero soy de los convencidos de que España no
funciona. Y no hablo de las estadísticas
económicas que para mayor gloria del Gobierno se nos acaban de presentar.
Hablo de unos electores que comprueban día a día la
incapacidad del gobierno y la inutilidad de la oposición y siguen votándoles
mayoritariamente. Hablo de la amoralidad social, recreada en políticos
corruptos, en sindicalistas putrefactos, en televisiones inmundas, en actitudes
sociales reprobables. No, no, que cuando hablo de amoralidad social no les
estoy hablando de religión, que no, que son cosas distintas, al césar lo que es
del césar.
Que no. Que les hablo de políticos a los que todo el mundo
vota –yo no, conste- a los que les importa un pimiento el bienestar social, que
antes que reconocer un fallo se encastillan en posiciones ideológicas y aceptan
el pésimo devenir de los acontecimientos que ellos han provocado. Y siguen
recibiendo millones de votos. Les hablo por tanto de votantes inmorales,
cegados o indiferentes. Les hablo por tanto de una sociedad amoral.
Y les hablo de una sociedad amoral que consume
mayoritariamente productos televisivos hechos por gente muy lista para
televidentes muy torpes, manejables, moldeables y maleables. Con el
consentimiento de unos gobiernos beneficiados por un sistema social tóxico.
Acaba de decir César Antonio Molina, exministro zapateril, “En política hay una
idea nefasta: es antipopular elevar el nivel cultural”. Y les seguimos votando.
Y les hablo de un sistema económico que permite que haya
casas sin habitantes y habitantes sin casa, que permite que los profesores
pierdan su autoridad natural y haya que articular la "Ley de autoridad del
profesorado", ley que pretende poner coto a desmanes incomprensibles en un
mundo moralmente ordenado. Si hay que legislar el sentido común – como las
tareas de los hijos en casa- algo básico falla en una sociedad.
Cuando les hablo de moralidad y amoralidad no hablo de
religión, sino que les digo que no es tolerable que a las televisiones les
salga rentable pagar enormes multas por saltarse el horario de protección a la
infancia. ¿Para cuándo un horario de protección a la lógica? También les hablo
de una sociedad que todos los años facilita un parque público para que sus
universitarios se emborrachen.
Pero no me hagan caso, será que hoy me he levantado
pesimista, son cosas propias de mi edad; ustedes sigan a lo suyo, sigan… que esta
semana hay Champions League.
No hay comentarios:
Publicar un comentario