Este verano no es lo que los
veranos solían ser pero la sección de congelados de los supermercados sigue
siendo uno de los mejores sitios en los que refugiarse cuando llega esta hora.
Mientras te refrescas a la espera de que comiencen las olimpiadas (¿Cuándo son
este verano?) tienes una hermosa oportunidad de observar la fauna ciudadana y
si tienes buena memoria puedes comparar la evolución-involución de la sociedad.
Hace ya tiempo que mientras
hojeaba (sí, con hache) una caja de espinacas me llamó la atención que ahora
las madres y las novias dicen más tacos que los hombres. Porque estará usted de
acuerdo en que los tacos antes eran cosa de hombres. Ahora ya no, ahora dicen
más tacos ellas que ellos, quizá confundiendo el
marimachismo con la igualdad
de derechos. Ya las madres no corrigen a sus hijos ni las novias le dicen al
maromo: “Ay, hijo, ¡qué burro eres!”. Antes al contrario, las hay que quieren
ser más machotas y entre chicle y chicle añaden más ordinariez al invento. Se
me antoja que quien está forjando España a su imagen y semejanza es Belén Esteban
y su trupe telecinquera; el que no diga tacos, a voz en grito, con aspavientos
y estrambote, pasará a ser un espécimen digno de observación en laboratorio.
Lo de la ropa también me da para
entretenerme mientras llegan olimpiadas, campeonatos mundiales o lo que toque
en este 2014, entre gambones ultracongelados y filetes de merluza empanados en
alta mar veo desfilar ante mí los últimos vómitos de la moda verano otoño. Ya
pasaron de moda las señoras con chándal y zapatos de tacón, ahora lo que se
llevan son los señores con barba marrana de tres días (hay que parecer
informales como sea) y pantalones piratas que dejen bien a la luz la hombruna pelambrera.
En verano la sociedad se hace más
confusa y mezcla la informalidad con la chabacanería. Con la excusa del calor
las hay que se ponen vestidos palabra de honor para ir al pescao enseñando los
tirantes del sujetador, que mientras hacemos la cola de las cajas los hay que
se empeñan con especial insistencia en enseñarme el cintillo del calzoncillo. O
peor, hay quien se empeña en hacerme ver lo que hay debajo. A veces ser moderno
cuesta mucho esfuerzo.
Y les dejo, veo por aquí al
encargado que trae una nueva remesa de clientes que quieren exponer sus carnes
al frío industrial para combatir este agosto de pega que tenemos este año. No
sabía cómo rellenar mi columna esta semana y ya ve usté que la sección de
congelados da mucho juego.
1 comentario:
Tus palabras encierran bastante verdades. La evolución a veces es involución. Pero es lo hay.
Un abrazo
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