El ayuntamiento ha multado con
2.500€ a los parásitos que destruyeron por placer las “P” que unos cuantos artistas habían preparado para pregonar San Antolín. Sospecho las
manos en la cabeza y las abultadas exclamaciones del pelotón de palurdos que
creen que el buenismo ilimitado sirve para algo. Me temo que pregonarán y protestarán contra medida tan "desproporcionada y propia de
una personalidad franquista". Paletos
de pancarta y pandereta.
Lo primero que pretendo es palmotear de complacencia porque la policía municipal localizara tan prontamente a los desaprensivos que zanganeaban por la calle mayor
mientras perpetraban tal desbarro.
Es de celebrar que estuvieran atentos y les echaran mano casi al mismo tiempo
en que cometían estos despropósitos, sin esta celeridad policial nos
sentiríamos desprotegidos. Un pico y
una pala les proporcionaba yo a estos perturbados.
Una de las "P" destrozadas por los vándalos |
Me pregunto qué estúpida satisfacción produce a algunos impresentables patear la propiedad pública y por qué tradicionalmente
hemos reaccionado con parquedad y
con complejos. Aquí, léase Ex-paña, consideramos que lo adecuado es ser pacatos y pacientes, aceptando que por derecho propio la propiedad pública ha de
ser pulverizada de vez en cuando y
que sería fascista reaccionar con firmeza. "Ah, no, represión no, eso es
dictadura". La situación en que una y otra vez se encuentran los puestos del servicio municipal de préstamo de bicicletas es buena muestra
de ello.
Vivimos en un país en el que tenemos derecho a todo
sin que ello conlleve ninguna responsabilidad… Si se fijan ustedes eso se
refleja también en la actualidad política;
todos se creen con derecho a robarnos y pretenden
permanecer al pairo cuando la sociedad reacciona, aún pesadamente y con pachorra: Gurtel, Eres andaluces, Pujol, cajas de ahorro…
Sé que dos mil quinientos euros
es una cantidad importante y, lo que es peor,
que terminarán pagándola los padres de los patéticos (ir)responsables, pero
dejémonos de pamemas, una sociedad democrática debe saber defenderse sin paparruchas de tanto patoso disfrazado de pacífico ciudadano. Hace mucho nos
vendieron que todos tenemos derechos pero
paradójicamente olvidaron
recordarnos que esos derechos tienen límites y conllevan responsabilidades. Lo
uno sin lo otro es una patraña. Pena de país.
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