La prueba de que Pedro Sánchez ha fracasado en su política hacia el catalanismo es que el consejo de ministros que pretendía hacerle la pelota a los independentistas se ha convertido en una provocación para ellos. De las medidas balsámicas que podían salir para Cataluña y los catalanistas más xenófobos hemos pasado a la supuesta provocación y la confrontación. Ese día lo mejor que harán muchos barceloneses será quedarse en casa.
Este cambio de sensaciones, del masaje a la provocación, muestra un cambio de voluntades entre los independentistas y la ineficacia de las medidas del PSOE, son una prueba palpable de que nada que les dé Sánchez les sirve. Y nadie está dispuesto a ofrecerles más, salvo la secta iluminada de Pablo Iglesias. El diálogo y más diálogo que Sánchez pensaba sería el bálsamo de Fierabrás no ha servido para nada.
Mariano Rajoy, acusado una y mil veces de inflexible y de incapaz de dialogar, se estará frotando las manos ante la chimenea de su casa y riendo en voz baja mientras se pregunta:
“Cuántos votos le va a costar al PSOE el dichoso consejo de ministros de Barcelona? ¿Y cuánto le va a costar todo el proceso de no confrontación con los nacionalistas? ¿Qué partido va a salir ganando de todo ello? El día de la lotería de navidad en Barcelona va a ser muy triste. Para todos.
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