Palencia es una emoción:

06 julio 2006

CASTILLA DEBE LEVANTAR SU VOZ

Los castellanos nos hemos convertido en una dócil masa humana muy fácil de gobernar. Lo fuimos con Franco, que nos dejó en la indigencia mientras primaba a otras regiones con inversiones e industria, premiando nuestra sumisión con riadas de emigrantes que se fueron a otros lugares a crear riqueza y prosperidad. Todo ello hasta el punto de que en buena parte de España se nos identifica estúpidamente con “el Régimen”, como si en Cataluña, Andalucía o el País Vasco no hubiera habido hombres y mujeres, con apellidos que se hicieron importantes a lo largo de los 40 años, que apoyaron la dictadura.
Seguimos siendo mansos en los primeros momentos de la Democracia, cuando el actual Estado se encontraba todavía por definir y UCD, AP y PSOE nos rompieron en mil pedazos insignificantes política, cultural y económicamente, sin que casi nadie levantara la voz para tratar de impedirlo. Nuestra mansedumbre se prolongó durante décadas con los diferentes gobiernos de la Democracia y nunca dejamos de ser un estorbo para otras autonomías que tenían muy claro lo que debían hacer para llegar al puerto al que querían llegar. Mientras tanto también lo fuimos para un Estado que, por mansos y silenciosos, nunca nos prestó atención, concentrado como estaba en aquellos que más “guerra” le daban, en aquellos que con lloros y amenazas más reclamaban su atención.
Jamás hubo entre nosotros un presidente autonómico que impusiera su voz ante su propio partido, todos ellos fueron también sumisos súbditos de sus respectivos amos en la cúpula del partido, siempre nuestros presidentes carecieron de “guirnaldas inguinales” en dosis generosas con las que apoyar sus tesis ante sus superiores políticos.
Podía esperarse, como con los alumnos aplicados, que el paso del tiempo nos hiciera aprender, que la experiencia acumulada nos fuese enseñando el camino o al menos proporcionándonos luces suficientes para saber recorrerlo. Cabía esperar, tal vez soñar, que desdijéramos ese refrán que afirma que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Pero no, vana ilusión, seguimos en el furgón de cola de España, no somos nada, no somos nadie, carecemos del más mínimo interés para este Gobierno como para todos los anteriores. En esta España ni pinchamos ni cortamos. Nadie piensa en nosotros, ni nosotros mismos, ni siquiera los dos últimos presidentes de Gobierno, nacidos entre nosotros, que hasta hablaban catalán en la intimidad si les valía para ganar votos o que han puesto en marcha la reforma del Estado para mantenerse en el poder... sin contar con nosotros.
Y ahora Juan Vicente Herrera nos dice que no piensa reclamar las más de dos mil piezas de arte castellano que están almacenadas fuera de nuestra región. Toma sumisión. Que viva España aunque nos robe, joé. Dos mil piezas, señor Herrera, dos mil. Eso es falta de compromiso con los que le han votado, falta de fuerza, incapacidad, miedo, eso es dejarnos abandonados e indefensos. ¿Quiere usté que le cuente cómo se llevaron piezas maravillosas del convento de Calabazanos? ¿Quiere usté saber cómo desapareció de Palencia el retablo de San Antolín y San Bernabé? ¿Quiere que le cuente quién se llevó de Becerril de Campos el San Sebastián de Alejo de Vahía? ¿Quiere que le narre cómo se las arreglaba la Guardia Civil de la posguerra para reprimir a los vecinos que trataron de impedirlo?
Señor Herrera, hace usté bien en pensar en España, en la política nacional y en todo lo que usté quiera, pero también debe pensar en la parte de ciudadanos castellanos que votaremos en la próxima primavera y que nos gustaría elegir a alguien que nos defienda, que defienda nuestros intereses. Castilla lleva siglos pensando primero en los demás y después en los demás. Alguna puñetera vez deberíamos empezar a pensar en nosotros mismos. Déjese de “melifluosidades” políticamente correctas y ponga sobre la mesa los atributos que tiene. O al menos los que le ha dado este pueblo para que le defienda.
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