Dice Pablo Echenique que se acabó la época de los reproches,
que dejemos en paz la hemeroteca. Y la videoteca. España y los españoles
me avergüenzan precisamente por eso, por desmemoriados. Porque todo se
lo perdonamos a los políticos, a “nuestros” políticos, a los políticos
si son los nuestros, si son de los nuestros.
Ya pasó con el PP, al que ni la corrupción ni el desinterés de
Rajoy en combatirla pasaron factura. Millones de españoles siguieron
votándoles pasara lo que pasara. Indignos. Otro tanto pasa con el PSOE.
Podríamos hablar tanto de su corrupción, tampoco le pasa factura, como
de su insufrible indignidad llevando a cabo una política contraria a
todo lo que nos vendió en campaña electoral. Negando hoy todo lo que
afirmaba ayer, afirmando hoy todo lo que negaba ayer. Y se lo permitimos
con encogimiento general de hombros entre sus votantes.
La hemeroteca. Podemos tiene hemeroteca y videoteca, a cual más
vergonzosa, sin que le pase factura. Ni el chalet de Galapagar ni sus
afirmaciones, hoy renegadas, sobre Tezanos o Dolores Delgado. A nadie en
el mundo real le quedaría un amigo con el que tomar un vinazo en la
taberna del barrio, con el que acudir al puticlú de la carretera o con
el que poner a parir a la suegra. Nadie querría amigos así, nadie se
fiaría de amigos así. Y sin embargo son nuestros líderes, nadie les
compraría un coche usado pero les hemos escogido para gobernar nuestra
economía y, lo que es más importante, para gobernar la sociedad.
No quieren hemerotecas ni videotecas, llenas de sus mentiras,
de sus amenazas, de sus “fascistadas”, de sus excesos verbales, de sus
violencias, de sus detritus mentales. Y España lo acepta y calla.
España, un país de izquierdas, tiene dos varas de medir, una que critica
a la mujer de Aznar por ser alcaldesa y mujer de Aznar y otra que calla
ante la ministra que duerme con el ministro; una España que con razón
protesta encorajinada ante los manejos judiciales del PP y otra que
calla, consiente y acepta mansa y resignadamente los manejos judiciales
del PSOE.
Y estos sinvergüenzas pretenden manejar a nuestros hijos.
Bueno, qué más da, nos encogeremos de hombros, callaremos y
permitiremos. Maldita España esta.
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