Palencia es una emoción:

25 agosto 2007

ETA sólo quiere negociar.

Ésa ha sido desde siempre su postura: Negociar, negociar desde una posición de dominio, negociar con las pistolas sobre la mesa y negociar sólo, única y exclusivamente sobre lo que ellos quieren. Y negociar para conseguir que los demás se acerquen a sus tesis sin ellos ceder un milímetro. Ésa ha sido la base de sus componendas, para las cuales ha dado esta mañana un argumento más. El atentado contra el cuartel de la Guardia Civil no ha sido más que un recordatorio enviado a Zapatero para negociar cuando, como y sobre lo que ETA diga y quiera. Ahí se equivocó Zapatero y ETA se reforzó.

Conste que quien esta columna firma piensa que eso es lo que nuestro Gobierno debía hacer: hablar con los asesinos, ver en qué punto estaban sus argumentos, puesto que como banda ejecutora de muerte estaba francamente debilitada, y ver qué posibilidades de derrotarla pacíficamente existían. Pero se comprobó enseguida; en los dos primeros contactos los negociadores supieron que a pesar de estar muy debilitados no pensaban ni por asomo en ceder, en acercar sus puntos de vista, enseguida supimos todos que las tesis etarras no habían variado un solo punto. Hasta ahí habíamos llegado, ya no se necesitaban alforjas para más viaje, había que poner punto final y no alimentar las vanas esperanzas de los carroñeros.

Y ahí Zapatero se equivocó, fue más Bambi que nunca y llevado por su ingenuidad infinita, impropia de un gobernante con su alta responsabilidad, insistió en el empeño. Y ahí empezó el desastre, el dislate y el absurdo. ETA comprendió la necesidad que el Gobierno español tenía de ofrecer resultados y no cedió un ápice en sus eternas exigencias, de dominado pasó a dominador y Zapatero y sus enviados a Loyola pasaron a ser sus rehenes. Y con ellos España entera.

Ahora ETA se ha preparado y fortalecido, no es la primera vez que lo hace, y nos esperan años de plomo y pólvora, hoy ha conseguido tras muchos esfuerzos dar la primera muestra. ETA es más fuerte y España más débil. Gracias a un presidente de Gobierno que va a ser reelegido próximamente, porque no tiene rival, porque enfrente no hay nadie, y sobre todo porque enfrente no hay ideas, fuerza ni líderes.

Quizá ni organización.

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