Según el IV Congreso del
Observatorio de Violencia de Género un millón y medio de españolas han sido maltratadas alguna vez y unas cuatrocientas mil lo son hoy día. Estadísticamente usted ha
de conocer a alguna, más de una ha charlado con usted, se ha sentado a su lado
o tal vez ha hecho cola junto a usted. Alguien de su círculo está sufriendo a
manos de su marido y es muy posible que se esté callando, agotándose en silencio.
Un millón y medio de españoles ha
maltratado a su esposa o novia en alguna ocasión, cuatrocientos mil lo están
haciendo hoy en día. Desconozco qué pasa por la mente para que un ciudadano
haya decidido emplear la violencia con una persona a la que debería querer,
proteger y venerar. Desconozco qué pasa por la cabeza torturada de un salvaje
para que crea que sus problemas desaparecen si hiere a la persona que una vez
amó, que una vez le amó.
Pero sí sé que la sociedad no
está acertando al enfrentarse a esta situación, no hemos encontrado la manera
de detener tanto dolor; cuando el asunto es tan grave, cuando se repite una y
otra vez sin que el número de salvajadas decrezca algo falla en quienes
deberían poner límites a la maldad. La agresividad anida en la mente y en el
ánima de algunos mal nacidos, únicos responsables, como síntoma del mal
funcionamiento social.
Todas las medidas de protección
deben tomarse –y posiblemente otras más puesto que muchas mujeres prefieren no
denunciar- todas las medidas legales, policiales y sociales deben extremarse
pero cuando el rencor es tan vasto y la maldad ha echado tan profundas raíces
hay algo de más calado que no estamos percibiendo, algo a lo que no estamos
llegando, algo que está dentro de las convenciones sociales, algo que existe en
la propia estructura social y que debe ser erradicado.
Los telediarios se llenaron largo
tiempo de impactantes imágenes de esposas agredidas y de maridos embrutecidos
que entraban en los juzgados, a veces con la cabeza bien alta, quizá porque
alguien creyó que pregonando la bestialidad y su castigo se pondría contención
a tanta ferocidad desenfrenada pero el número de víctimas crece cada año. Se
equivocó y las imágenes que esperaba sirviesen de repudio muy posiblemente
sirvieron como estímulo de la mezquindad humana.
Este año ha sido asesinada más de
una mujer por semana sin que un 73% de ellas hubiera denunciado. Algo falla
–más allá de la maldad de determinadas almas- cuando algo tan grave se repite
año tras año.
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