Palencia es una emoción:

16 agosto 2007

Me gusta Rosa Díez

Uno siente especial devoción por determinados personajes. Siempre me han gustado aquellos que reman contra la corriente social, aquellos que se empeñan en llevar la contraria a lo políticamente correcto, aquellos que llaman a las cosas por su nombre, aquellos que demuestran la especial personalidad de hacer lo que les parece correcto sin esperar a ver qué opinan los demás. Me gusta Rosa Díez.

Uno ha advertido ya demasiadas ocasiones en esta columna cómo la democracia interna en los partidos no existe, cómo el invento se reduce miserablemente a un seguidismo absoluto de lo que diga el amado líder, el gran timonel de cada momento. Eso pasa en todos los principales partidos, la reducción de la democracia a la voluntad del jefe suele ser norma general. La maleabilidad de las comisiones de control que supuestamente existen en el seno de las grandes organizaciones supone en realidad un gesto continuo de sumisión, flexibilidad de vértebras cervicales. Por eso me gusta Rosa Díez.

La he escuchado esta mañana en sus declaraciones a Onda Cero. Jamás resisto esas entrevistas. Son un supremo latazo por lo general absolutamente vacías de contenido, un espacio de propaganda que las emisoras ceden gratuitamente a los políticos que aprovechan para colocarnos unas cuantas de sus habituales frases tan sonoras como hueras. Pero he escuchado a Rosa Díez.

Contra lo que ocurre con otros políticos a los que llevamos treinta años oyendo, a ella se le entiende todo, sus palabras con concretas, definidas llenas de significado. Y valentía. Con Rosa Díez la semántica sería asignatura obligatoria en la enseñanza primaria. Sabes lo que dice, sabes qué defiende, entiendes su postura, la compartas o no. Y al final puedes con sencillez definir cuál es su actitud, qué apoya, qué critica, con quién está de acuerdo y a quién se opone. Y uno, que es absolutamente crítico con la Constitución, puesto que margina a Castilla y a otras comunidades que no integran la cohorte de autonomías plorosas y a la vez amenazantes, se alegra de que en estos atribulados tiempos alguien de izquierdas salga en defensa de la Constitución.

Porque lo que Rosa Díez defiende es una postura que cualquier demócrata, especialmente de izquierdas, defiende en cualquier lugar del mundo, menos en zapaterolandia, claro. Hemos llegado a un punto en que defender determinadas obviedades ha sido confinado a argumentación de la derecha, como si la izquierda tradicional, la que siempre ha defendido el sistema de libertades, estuviese sumida en un limbo en el que le obligase a callar su boca casi siempre certera, justa y democrática.

Porque defender la libertad, defender la bandera, defender la democracia, apoyar a las víctimas, acusar a los asesinos y a quienes los apoyan son tareas propias de los demócratas. Por eso me gusta Rosa Díez. Aunque luego, en la política de cada día, una vez que llegáramos a una España normal, podríamos disentir. Legítimamente.

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