Cuando se inventó esta España de
las autonomías se hizo con la excusa de acercar la Administración al
administrado, así como para profundizar en las esencias de cada una de sus
partes, respetándolas y potenciando su propia personalidad.
Conviene recordar que entonces
los nacionalistas periféricos no querían autonomía más que para Galicia, País
Vasco y Cataluña, con la excusa de que ya la tuvieron durante la segunda
república. Claro, a lo mejor conviene recordar que a los demás, a Castilla por
ejemplo, la rebelión de Franco les quitó el tiempo necesario para conseguirla.
Pero ésa es la esencia de esos maravillosos demócratas que defienden los
privilegios de unos pocos. “¿Quién como yo?” parece ser el credo de quienes
piensan que los derechos, políticos, económicos, culturales, son sólo para los
suyos.
Aquel “café para todos” les sentó
mal, debieron pensar que si los demás tenían sus mismos derechos era porque se
había cometido una injusticia y fueron inflando sus exigencias al Estado,
demandando sin cesar nuevas competencias. La realidad demostró que el café era
sólo para unos pocos, mientras los demás tenían achicoria en sus desayunos. Era
igual, la simple apariencia, la remota suposición, de que todos éramos iguales
era para ellos una ofensa. Así a Castilla se la troceo, dividiéndola en cinco
regiones inanes e indefensas, no fuera que los nacionalistas encontraran en una
región poderosa, grande y fuerte, económica, política y culturalmente, un freno
a sus ambiciones.
En numerosas ocasiones las
administraciones regionales se han opuesto de diversas maneras a las medidas
del gobierno central. Todas o casi todas, ahora no hablo sólo de las regidas
por nacionalistas, en alguna ocasión han desarrollado leyes para “complementar”
las del gobierno de Madrid, lo que suponía que éstas perdieran parte de su
efectividad en el territorio de la comunidad. Sí, naturalmente, las que más frecuentemente
y más lejos han llevado ese desafío son las nacionalistas. Prefieren dejar de pagar servicios fundamentales antes que cerrar embajaditas y televisiones que sean el soporte de su ideología.
España así no funciona, algunas
de esas regiones suponen palos en los radios de las ruedas de España. Cataluña
y Andalucía ayer mismo. Hay que repensarse este Estado y cambiar todo lo
cambiable para que funcione mejor y más ágilmente. Reducir regiones, reducir
parlamentarios, cambiar competencias… Buscar la colaboración en vez del
enfrentamiento.
Estamos hechos una ruina, han de
salvarnos, si no se quiere decir que han de rescatarnos, y así no lo van a
hacer. El anterior presidente de Gobierno fue incapaz de ver venir la crisis y sus
siderales dimensiones. Durante años negó la evidencia, siempre recordaré que llevándole
la contraria otros socialistas como Miguel Ángel Fernández Ordóñez y Joaquín Almunia, regalando nuestro dinero, conseguido
con nuestro trabajo y esfuerzo, a cualquiera que presentase un folio con un
proyecto. El actual es absolutamente incapaz de sacarnos del pozo, ni aún
sangrando a funcionarios, jubilados, ancianos y trabajadores. Y empresarios,
conste.
Para él es mucho más fácil restar
sueldo y derechos a los trabajadores que frenar el irracional desarrollo de una
España que no funciona. Todo es más fácil que acometer una reforma que no
admite más dilaciones. Esta España no puede ser.
3 comentarios:
Si, pero en el mapa falta la "y" pone "C. León" y "Castilla León" no existe, existe Castilla y León, con una conjunción en medio para separar las dos regiones que conforman esa autonomía. Luego también se aplica el término "región" a comunidades autónomas que nunca lo fueron. Las regiones son las definidas por el decreto de Javier de Burgos de 1833, a que se refiere el art.2 de la Constitución del 78. Las comunidades Autónomás (que no regiones) son las resultantes del proceso autonómico. Hay que diferenciar región de comunidad autónoma. La Constitución del 78 es la que utiliza dos denominaciones diferentes, ¿para qué iba a un mismo texto legal a recoger dos denominaciones diferentes para referirse a lo mismo?
Pues se me escapó la conjunción... como usted puede suponer yo no he dibujado este mapa
Si es cierto, Sr. Pedro Hoyos, que usted no ha dibujado ese mapa, pero como bien sabe, ha omito mencionar el tema leonés.
Una omisión que se hubiera aclarado poniendo el ya famoso mapa de las regiones históricas de 1833, por cierto vigente en 1978. Un mapa que en realidad es la transcripción casi literal de los territorios medievales del 1500. Un mapa en donde nunca fueron castellanas ni Asturias, ni Galicia, ni León ni Extremadura. Territorios todos ellos ligados a la Corona Leonesa.
Pero esta omisión en realidad lo que hace es poner de relieve el hecho de que el castellanismo ha sido durante mucho tiempo proclive a olvidarse de sus propios limites, e incluso de su propia denominación. Para una gran mayoría de castellanistas no hay diferencias entre la Castilla Condado, la Castilla Reino, la Castilla Corona, la Corona de Castilla (y de León), la Monarquía Hispánica, e incluso la propia España. Por no hablar de las regiones castellanas y los actuales bodrios autonómicos.
Pero si ya de por si es curioso el asunto, siempre que se arremete contra las autonomías se olvida que estas no emanan de la Constitución de 1978. El mapa que llevamos sufriendo viene del pacto caciquil entre la UCD y el PSOE. Un acuerdo firmado entre Felipe Gonzalez y Calvo Sotelo el 31 de julio de 1981. Unos Acuerdos Autonómicos que imponen un mapa autonómico, donde, si bien es cierto que se trocea a Castilla, también lo es que se elimina a León. Un mapa que tanto el PCE como AP dan por válido, así como CiU y el PNV. Todo ellos complices y partícipes de este verdadero y auténtico golpe de estado perpetrado un día antes de las vacaciones de verano del 81.
El caso es que en estos 30 años, en vez de tirar los castellanos por vuestro futuro, lo único que se ha hecho es insistir una y otra vez que las provincias leonesas eran castellanas. Bien sabemos todos que sin otra razón que la de comer del dinero que desde Valladolid y Bilbao se influia a ese pancastellanismo, con la única intencion de mantener un artificial gobierno autonómico en Valladolid, así como en Toledo. Tierra Comunera, IzCa, PANCAL; PCas, todos ellos pagados del mismo dineral.
Por suerte, ya no os valen las medias tintas, y los verdaderos castellanistas están parándoles los pies a los pancastellanistas o a los castellanistas ambiguos con los límites territoriales.
¡Viva Castilla!
¡Viva Leon!
¡Pero que vuelvan a vivir cada una su propia historia!
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