Palencia es una emoción:

14 febrero 2014

Es el sistema, imbécil

El hartazgo es tal en el votante consciente que las próximas convocatorias electorales pueden significar el final del bipartidismo actual. Los grandes bloques se ven asaltados por nuevas iniciativas que pretenden cambiar España a partir de los nuevos resultados electorales. Hay iniciativas para todos los gustos, derechas, izquierdas y aquellos que se sitúan por encima del actual sistema.

Cuando el elector contempla que no todos somos iguales ante la Ley o que el actual funcionamiento democrático beneficia a unos pocos siente hervir la sangre. No basta con que una Infanta de España vaya a declarar ante decenas de periodistas para sentir la Justicia correr por nuestras venas; no puede tacharse de populista a quien demanda nombres importantes en las listas de encarcelados, no puede pensarse que es populismo pedir que los ladrones devuelvan lo robado. Cuando las Cajas de Ahorro se han evaporado ante nuestros ojos casi sin responsables, cuando a trabajadores sencillos se les expulsa de su propia casa mientras los partidos deben millonadas a los bancos, cuando los electos no responden ante los electores sino ante sus comités ejecutivos no basta una respuesta simple ante preguntas simples, hay mucho que cambiar.

Los grandes partidos tradicionales no ofrecen respuestas pues permanecen cruzados de brazos, con demagogia barata para captar los titulares del día siguiente; pero no basta con cambiar unos por otros, no basta el “turnismo” que en otras épocas históricas nos crucificó, hay que ir más allá y deshacerse de un sistema que es causa de nuestros propios problemas. La marcha de una nación (¿Somos una nación?) es evidentemente responsabilidad de sus votantes, pero las trabas que los partidos tradicionales ponen para abandonar el sistema corrupto recuerdan a las que las compañías telefónicas o eléctricas ponen a sus clientes para cambiar de proveedor. ¿No es todo el mismo truco?


El votante español gira condenado por siglos en torno a la noria del bipartidismo, hollando mil veces el mismo suelo, representando elección tras elección el papel tonto de pobre manso, sin jamás llamarse a una rebelión colectiva ante la trayectoria sin escrúpulos de quienes se benefician del actual sistema. Algo habrá de hacer el dócil votante para con su pataleta hundir un sistema que consiente la explotación del hombre por el comité ejecutivo, del hombre por el militante selecto, del hombre por la clase. Por el político, por el sistema.

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