Ha acabado el inacabable cuento de juzgar a un tirano, sádico, asesino y genocida dictador. Y como todos sabíamos desde antes de comenzar el juicio, ha sido hallado culpable y condenado a muerte. En la horca, para mayor escarnio. A estas alturas a pocos ciudadanos conscientes le cabe la duda de los graves crímenes de los que se le acusaba y de su responsabilidad en ellos, nadie podía esperar otro resultado que su culpabilidad.
Pero ni la muerte de alguien tan repugnante como este feroz personaje resuelve ningún problema, quizá le valga a alguien para mostrar su firmeza, quizá le sirva para ganar unos votos o para acelerar su carrera hacia el prestigio y más poder. Pero las injusticias que se están viviendo día a día en Irak no se solucionarán con una crueldad más. Ni el orden ni el bienestar se van a instaurar de repente gracias a esta muerte. Y se trataba, según creo recordar, de llevar el progreso y elevar el nivel de vida, de instaurar el orden y la democracia en tan lejano país, no de dominarle, aplastarle y robarle sus recursos.
Con este asesinato legal Occidente no va a dar un paso adelante en su guerra contra el terrorismo, antes al contrario proporcionará una razón más a quienes no tienen necesidad de ella, aquellos que nos rechazan se sentirán aún más fortalecidos en sus argumentos, tendrán una razón más para apoyar la violencia y la crueldad contra un mundo que les da ejemplo de... crueldad, evidentemente. Occidente no necesita para nada tener sobre su cabeza la sangre de un perverso individuo que pasará a ser considerado como un mártir de su causa. La mayoría de los países civilizados rechaza la pena de muerte como una crueldad impropia de seres humanos y civilizados, ¿por qué añadir una infamia a la larga lista de torpezas que llevamos cometidas en esta etapa histórica?
Aún pasará tiempo antes de que se ejecute la sentencia, ni siquiera se librará este maníaco verdugo de nuevos juicios que le esperan, pero de momento ya sabe que al final de su camino está la horca, una de las más crueles formas de muerte, tan cruel que hasta en los más feroces países de occidente, aquellos, donde todavía se mantiene la pena de muerte, ha sido sustituida por más “humanizadas” (¡!) formas de quitar la vida legalmente, quedando ésta como un horrendo atraso propio de (in)civilizaciones sin Ley.
Occidente, que calló mientras le convino todas las barbaridades y tropelías cometidas durante el mandato de este déspota, consuma ahora otro error al mostrarse tan sólo discretamente en contra de tal barbaridad. Al no oponernos frontalmente estamos perdiendo una gran ocasión de enseñar a todo el Universo lo que para nuestra civilización representa la Justicia y de mostrarnos radicalmente opuestos a la venganza y a la ley del ojo por ojo. Occidente permanece culpablemente pasivo cuando el Gran Sheriff Supremo ha dicho, sin sorpresa para muchos, que esta condena a muerte “es un importante logro”.Que no maten a Sadam Hussein, que viva. En la cárcel.
Pero ni la muerte de alguien tan repugnante como este feroz personaje resuelve ningún problema, quizá le valga a alguien para mostrar su firmeza, quizá le sirva para ganar unos votos o para acelerar su carrera hacia el prestigio y más poder. Pero las injusticias que se están viviendo día a día en Irak no se solucionarán con una crueldad más. Ni el orden ni el bienestar se van a instaurar de repente gracias a esta muerte. Y se trataba, según creo recordar, de llevar el progreso y elevar el nivel de vida, de instaurar el orden y la democracia en tan lejano país, no de dominarle, aplastarle y robarle sus recursos.
Con este asesinato legal Occidente no va a dar un paso adelante en su guerra contra el terrorismo, antes al contrario proporcionará una razón más a quienes no tienen necesidad de ella, aquellos que nos rechazan se sentirán aún más fortalecidos en sus argumentos, tendrán una razón más para apoyar la violencia y la crueldad contra un mundo que les da ejemplo de... crueldad, evidentemente. Occidente no necesita para nada tener sobre su cabeza la sangre de un perverso individuo que pasará a ser considerado como un mártir de su causa. La mayoría de los países civilizados rechaza la pena de muerte como una crueldad impropia de seres humanos y civilizados, ¿por qué añadir una infamia a la larga lista de torpezas que llevamos cometidas en esta etapa histórica?
Aún pasará tiempo antes de que se ejecute la sentencia, ni siquiera se librará este maníaco verdugo de nuevos juicios que le esperan, pero de momento ya sabe que al final de su camino está la horca, una de las más crueles formas de muerte, tan cruel que hasta en los más feroces países de occidente, aquellos, donde todavía se mantiene la pena de muerte, ha sido sustituida por más “humanizadas” (¡!) formas de quitar la vida legalmente, quedando ésta como un horrendo atraso propio de (in)civilizaciones sin Ley.
Occidente, que calló mientras le convino todas las barbaridades y tropelías cometidas durante el mandato de este déspota, consuma ahora otro error al mostrarse tan sólo discretamente en contra de tal barbaridad. Al no oponernos frontalmente estamos perdiendo una gran ocasión de enseñar a todo el Universo lo que para nuestra civilización representa la Justicia y de mostrarnos radicalmente opuestos a la venganza y a la ley del ojo por ojo. Occidente permanece culpablemente pasivo cuando el Gran Sheriff Supremo ha dicho, sin sorpresa para muchos, que esta condena a muerte “es un importante logro”.Que no maten a Sadam Hussein, que viva. En la cárcel.
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