España debe estar en la reunión de Washington para refundar el capitalismo. Por narices, porque tenemos la suficiente importancia política en la escena internacional y porque nuestra economía es de las de mayor importancia del planeta. Nuestras empresas tienen fuertes inversiones en las más diversas bolsas del mundo y de ellas dependen muchos miles de empleos en todos los continentes.
No estar allí es una contestación de Bush a Zapatero, a sus numerosos errores y desplantes. El radicalismo de Zapa y su deseo didáctico de predicar sus extravagantes teorías antiamericanas nos ha llevado a la curiosa posición de ser un país occidental y capitalista enfrentado al más poderoso de los países occidentales y capitalistas. Zapa piensa que además de liderar España puede convencer a todos los líderes del mundo de que están equivocados y deben seguirle, hay cierta izquierda convencida de que los demás somos tontos, empeñada en educarnos a todos, en corregirnos a todos y en mostrarnos a todos el camino correcto: el suyo.
Algunos no soportan tanta presunción, no soportan que los demás les digan lo que está bien y lo que está mal, algunos no soportan que Zapa llame a los demás países a seguirle en el abandono de Irak. Que España sacara sus soldados estaba en la libertad de un país independiente, que clamase porque los demás le siguiesen en la decisión era un disparate aún peor que no levantarse ante la bandera americana. El problema es que a los americanos no les gustó y ahora nos lo recuerdan.
Zapa hace bien en buscar su silla en ese foro y Rajoy hace bien en apoyarle, todo lo que ocurre es que estamos pagando las culpas de un presidente sin experiencia que no sabía lo que tenía entre manos, un presidente que ahora busca los ámbitos internacionales cuando siempre los despreció, un presidente que aprendió economía en dos tardes y se enfrenta con la mayor crisis de todos los tiempos.
Entre un presidente que se va vengándose y un presidente que se queda solo en sus sucesivos errores el tiempo va pasando, se nos cierran las puertas y no podremos asistir a la mayor reunión de los tiempos futuros. No cuentan con nosotros, no somos importantes y a nadie le importamos un comino, gracias, Zapa. Sólo nos queda asistir en una segunda fila, sentados entre la delegación de Brasil. Si Lula tiene a bien que Zapa haga de subsecretario de alguno de sus ministerios.
Eso o que Sarkozy renuncie y los franceses nombren a Zapa presidente de la República.
No estar allí es una contestación de Bush a Zapatero, a sus numerosos errores y desplantes. El radicalismo de Zapa y su deseo didáctico de predicar sus extravagantes teorías antiamericanas nos ha llevado a la curiosa posición de ser un país occidental y capitalista enfrentado al más poderoso de los países occidentales y capitalistas. Zapa piensa que además de liderar España puede convencer a todos los líderes del mundo de que están equivocados y deben seguirle, hay cierta izquierda convencida de que los demás somos tontos, empeñada en educarnos a todos, en corregirnos a todos y en mostrarnos a todos el camino correcto: el suyo.
Algunos no soportan tanta presunción, no soportan que los demás les digan lo que está bien y lo que está mal, algunos no soportan que Zapa llame a los demás países a seguirle en el abandono de Irak. Que España sacara sus soldados estaba en la libertad de un país independiente, que clamase porque los demás le siguiesen en la decisión era un disparate aún peor que no levantarse ante la bandera americana. El problema es que a los americanos no les gustó y ahora nos lo recuerdan.
Zapa hace bien en buscar su silla en ese foro y Rajoy hace bien en apoyarle, todo lo que ocurre es que estamos pagando las culpas de un presidente sin experiencia que no sabía lo que tenía entre manos, un presidente que ahora busca los ámbitos internacionales cuando siempre los despreció, un presidente que aprendió economía en dos tardes y se enfrenta con la mayor crisis de todos los tiempos.
Entre un presidente que se va vengándose y un presidente que se queda solo en sus sucesivos errores el tiempo va pasando, se nos cierran las puertas y no podremos asistir a la mayor reunión de los tiempos futuros. No cuentan con nosotros, no somos importantes y a nadie le importamos un comino, gracias, Zapa. Sólo nos queda asistir en una segunda fila, sentados entre la delegación de Brasil. Si Lula tiene a bien que Zapa haga de subsecretario de alguno de sus ministerios.
Eso o que Sarkozy renuncie y los franceses nombren a Zapa presidente de la República.
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