Debo reconocer que no estoy en mi mejor momento anímico, no
sé si es depresión o es España representada en ese avión que ha aterrizado tras
dos años de espera en el aeropuerto de Castellón. Por cierto, ni siquiera era
un avión sino una avioneta. En pruebas.
España es un aeropuerto sin vuelos y sin pasajeros, una
ruina envuelta en mármol. Pero luego desahucian a mi vecino, a mí me quitan la
extra y reducen y comprimen las guardias médicas. De algún sitio hay que sacar
para pagar a los Bárcenas de esta España urdangarina. Ah, y los salarios de
algunos alcaldes y presidentes autonómicos.
Yo preferiría que fuese depresión, nada que un bocadillo de
píldoras o un buen psicólogo no pudieran solucionar en un par de tardes. Lo
malo es que va a ser España. ¿Cómo mantener dignidad y serenidad si los que se
han llevado el dinero a cuentas ocultas vuelven de un viaje de lujo mientras
amigos míos tienen que vivir a espensas de su familia porque carecen de
ingresos?
Así que no va a ser depresión sino España. Cuando la zafiedad
y vulgaridad epistolar de algún miembro de la familia real es el envoltorio de
sus muy presuntos chanchullos, el problema se llama España y se apellida
dignidad. Varias veces lo he escrito en mi blog: quiero dejar de ser español,
me gustaría nacionalizarme andorrano, tal vez chipriota o neozelandés, de
cualquier país minúsculo e insignificante en cuestiones políticas y económicas.
Y en cuestiones artísticas también. Tengo por buena
costumbre para mi salud mental no ver cine español ni por supuesto ver la gala
de los Goya. Hace mucho que en mi casa nos hemos limitado a ver series
americanas absolutamente ajenas a la realidad española -lo que me supone enorme
relajo, por cierto- pero la trompetería mediática, periódicos, teles, internet,
me impide mantenerme al margen. Es curioso que quienes vociferan, con tanta
justicia como desequilibrio, contra la actual política económica callaran
cómplicemente en momentos pasados, cuando se cimentaba el actual desastre.
Subvencionados y vestidos con traje de lujo despotricaban contra la realidad a
la que con su silencio contribuyeron años atrás. Mientras tanto desahucian a
algunos, a muchos nos quitan la paga extra y otros tienen que vivir de la
caridad de su familia. Mientras tanto, dos años después una avioneta
aterriza por primera vez en un aeropuerto infrautilizado símbolo de la España
desvergonzada.
No, me parece que esto no va a ser depresión…
2 comentarios:
Tu teclado sigue destilando amarga sinceridad, amigo Pedro. Lamentablemente me identifico con tu sentimiento. En mi caso, a pesar de los antidepresivos, no hay medicación para esta enfermedad llamada España. Como a Don Miguel, nos duele España.
Gracias, Vicente, la verdad es que son tiempos malos y no hay palabra que consuele
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