No sé si a todos los españoles la
muerte de Hugo Chávez les recuerda tanto la de Franco como a mí. ¿Hay mucha diferencia
entre Maduro y Arias Navarro, ambos anunciando a moco tendido la muerte del inmortal?
La televisión española de 1975 glosaba a Franco y sus aventuras militares, su prudencia
política, su dominio del escenario internacional, sus desvelos en pro de los
ciudadanos… y su tino en cuestiones estratégicas como están haciendo ahora las televisiones
del régimen chavista. Los venezolanos, según los medios oficiales, deberían
estar ahora preguntándose cómo puedo existir Venezuela antes de Chávez. Y no
nos olvidemos de que a Franco le lloraban multitudes por las calles,
recordemos, los que tenemos cierta edad, la conmoción del día de su muerte –yo me
acuerdo perfectamente de lo que estaba haciendo y dónde estaba- o las muchedumbres
en su velatorio, su entierro popular…. Exactamente lo que está pasando ahora en
plazas y calles de Caracas. Y pocos años después ya no quedaba nada. Y pocos
años después ya no quedará nada.
No voy a caer en demagogias
venezolanas, pero no se olvide que con Franco no había elecciones libres y con Chávez…
¿sí? No se olvide que Chávez cerraba emisoras y periódicos que no fueran
suficientemente partidarias, igualito que Franco, con las diferencias que
proporciona el paso del tiempo; Chávez
mezclaba su ideología con los intereses del Estado, se confundía a sí mismo con
el Estado; ¿no es eso lo que hacía Franco?
A Chávez se le adora, se le mitifica, se le echa de menos tanto como se adoraba,
mitificaba y echaba de menos a Franco en aquella España en blanco y negro del
siglo pasado. Además de la enorme diferencia cronológica, hay otras grandes
diferencias económicas, educacionales, históricas y geográficas que pueden
proporcionar otro desenlace a la actual desventura de Caracas pero me encanta
la perspectiva que pueden dar los años… aquellos que hoy lloran la muerte del
Gran Hombre pueden ser los primeros en negarle cuando las lanzas se tornen
cañas.
Las muchedumbres que le lloran
por las calles votarán a sus contrarios así que pasen unos años, los que le
lloran le maldecirán, los que le quieren le abandonarán, lo que le juraron le
traicionarán. Y en un poquito de tiempo tendrán un Zapatero que les conduzca a
una crisis económica y un Rajoy que traicione su programa político para llevar
a los trabajadores venezolanos a cifras de paro jamás conocidas. Ánimo, Venezuela,
no hay mal que cien años dure, ustedes tienen más suerte: no son españoles.
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