Pasaron los tiempos aquellos, la
vida es puro pasar, en que la calle era de Fraga. Ahora la calle es de la
izquierda. De la ultra izquierda con el consentimiento del PSOE y el apoyo de
IU. Las revoluciones siempre se han fraguado en las calles y no en los
parlamentos, esto lo dominan muy bien los estrategas de la revolución callejera
y a las barricadas, mis camaradas. Por cataplines.
Si alguien tiene culpa de lo que
está sucediendo en la Europa mediterránea es desde luego el capitalismo y la
banca (esa tontuna que llaman “los mercados”) pero en España contaron con el
auxilio confortable de Zapatero. Sí, cierto, cierto, que no lo voy a negar… Y
ahora con el concurso de Rajoy, que en vez de cercenar los gastos de un Estado
despilfarrador, con múltiples niveles de administraciones que incluso se hacen
la competencia, prefiere cercenar el sueldo de jubilados y funcionarios.
Mientras, la gran banca se va a casa con indemnizaciones escandalosas.
Pero Zapatero se gastó todo
nuestro dinero de entonces y parte del futuro en hacer carriles bici y
rotondas. Hay en Palencia un carril bici que circula por la mediana de una
autovía. Antes de que lo estrenaran, dos coches se la cruzaron a pesar de las
enormes protecciones laterales que tiene. Hoy, por ese carril bici no circula
nadie, a pesar de que se ha obligado a reducir la velocidad de los coches a
cincuenta kilómetros por hora.
Zapatero, una sonrisa rodeada de
nada, un desconocimiento rodeado de ignorancia, una ideología carente de ideas,
una cantinela monótona vacía de gobierno, negó la crisis más que San Pedro a
Cristo. Intentó deformar la realidad con aquello de los brotes verdes pero le
salió tozuda y no se dejó domeñar. Por cierto, espero que los lectores también
estén tomando nota de que el actual gobierno ataca también nuestra inteligencia
con el mantra de la inmediata recuperación.
Con Zapatero se empezaron a tomar
las primeras medidas para favorecer los desahucios, como todo buen ciudadano
preocupado por los pobres debe recordar por siempre jamás amén. Con Zapatero,
según se acaba de desvelar, comenzaron el ochenta por cien de los desahucios que
se están llevando a cabo…. Y sin embargo Ada Colau decidió quedarse en el
anonimato y guardar sus protestas y sus acosos a la espera de..,. ¿de que gobernasen
otros?
A cierta izquierda siempre le ha
ido más la calle que los parlamentos. Y a la otra izquierda le va la vida en
apoyarlos, no vaya a ser que alguien se de cuenta de la realidad y se nos vayan
los clientes: los votantes de los partidos y los huelguistas de los sindicatos.
Porque resulta que esa izquierda que apoya los escraches estaba en los
parlamentos que decidían las leyes, incluso las impulsaba y estaba en las cajas
de ahorro, previo fabuloso unte económico, que decidían apostar todos nuestros
dineros a caballo perdedor.
Eso sí, los escraches –maldita palabra-
a la puerta de los señores (y señoras, no se me enfaden las feministas) del PP.
Por cierto, lo diré en mi artículo para el periódico de mañana, yo también
quiero escrachear, pero a todos, no a unos sí y a otros no. Y nunca en sus
casas, que los partidos tienen sedes muy claras.
La calle es de la izquierda, coma suele suceder cuando la derecha gana en las urnas.
La calle es de la izquierda, coma suele suceder cuando la derecha gana en las urnas.
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