Llega mayo con la hierba verde.
Aún con el cielo cubierto de nubes se sabe que es primavera porque el aire
cálido y juguetón lo pregona en sus correrías. Castilla está verde de horizonte
a horizonte y la cosecha, si no la tuerce una mala tormenta, promete aliviar el
mal rato del campo. Asoma y se esconde un sol dubitativo, que busca un hueco
para contemplar el Cerrato, para ver los pinos, para calentar las catedrales de
Tierra de campos, para derretir Piedrasluengas, para reflejarse en el Pisuerga,
para amar Palencia.
Del monte a la vega todo es
verde, verde oscuro de la encina o verde cereal. La vista se pierde a lo lejos
y sigue el verde. La Pernía, Santullán, La Ojeda, Tierra de Campos, Cerrato.
Castilla es primavera verde y desfila por la estrecha pasarela palentina
vestida de gala para la estación más hermosa del año. Mayo es extrovertido y
jovial y no tiene un gramo de grasa y huele bien. Es pura publicidad de la vida
pero sin chica en biquini.
Los peregrinos que buscan
Santiago tienen en la meseta un adelanto gallego pero con buen tiempo y
contundente marisco de pocilga. Frómista, Villalcázar y Carrión son hitos de
una pétrea Castilla peregrina que avisa al caminante cómo la primavera
embellece campos donde se labró la historia de España. Piedra sobre piedra, románico
y gótico cuentan al ilustrado viajero que está en tierras atestadas de pasado… Mejor
no hablemos de futuro.
Bajan los ríos más jocundos que
nunca, ruidosos de algarabía adolescente, borrachos de lluvia y nieve. Engreído
Pisuerga siempre mirando por encima del hombro, Carrión orgulloso de ser sólo
palentino, y riegan campos de promesas labriegas que sólo dentro de un par de
meses cambiarán sus verdes esperanzas por el oro del trigo y la cebada. Allí,
junto al recodo, un viejo puente romano cuenta aventuras que las aguas llevan
dos mil años acarreando hacia el gran padre Duero. Con él tarde o temprano
Palencia acaba en Oporto para volver hecha codiciada lluvia el otoño siguiente.
En Puentecillas hablándose a los
ojos y mirándose en el río se han citado La Aguadora y El Campesino Ibérico
para hablarse de amores, que la primavera es época propicia. La austeridad
invernal queda atrás y el ánima se alborota, y con el renacimiento vegetal
renace también el animal. Celosa y taimada, oculta bajo uno de los arcos, La
Gorda espera su oportunidad, ya llegarán los fríos. Y de ellos Palencia también
sabe un rato.
He ganado el concurso de relatos de la escuela oficvial de idiomas de Palencia con este relato en italiano (Pinchar)
He ganado el concurso de relatos de la escuela oficvial de idiomas de Palencia con este relato en italiano (Pinchar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario