Al pobre ministro le llueven de
todas partes. Como decíamos ayer. Acaba de decir, que el estudiante que no llegue
a un seis y medio debería plantearse si ha elegido la carrera adecuada… y le
han empezado a a llover de todas partes…
El mundo universitario, las notas
medias y la selectividad me son ajenos, hasta dentro de muy poco, espero, así
que la verdad es que no sé ni quiero saber si un seis y medio está bien, es mucho
o es poco… en algún sitio he leído que Aznar sacó un seis con cuatro y que hubiera quedado fuera. Además de que
las palabras del ministro se interpretan muy libremente, arrimándolas siempre a
la sardina que más interese según los casos –según la prensa que las analice-
hay algo muy importante en el espíritu de esas palabras que se está dejando de
lado: El esfuerzo.
Como ya dije en su momento, ayer mismo,
a mí la ley Wert y la legión de leyes anteriores me importan un bledo, tragaré
con ella dócilmente en la parte que me corresponda y la sufriré con serenidad… ¿Por
qué a los españoles nos cuesta tanto confabularnos para sacar adelante las
leyes más importantes? Sin embargo lo que los ciudadanos debemos tener claro es
que el nivel de calidad, la exigencia formativa y el esfuerzo de los
estudiantes ha caído en picado en las últimas décadas.
No, no me pregunten de quién es
la culpa, ni lo sé ni me importa porque ahora no arregla nada, no sirve para
nada. Lo que es urgente es que los niños españoles sepan los ríos de España,
las montañas de España y los climas de España. Y cuando sean algo más
mayorcicos pasen a Europa, sus ríos y montañas, y a Asia y América. Y cuando ya
legalmente adultos, con derecho al voto y buscando una profesión que
desempeñar, que salgan de la universidad… sin cometer faltas de ortografía. Que
hay periodistas, maestros, médicos y altos directivos empresariales que
comenten varias por folio, por pizarra, por receta o por comunicado,
respectivamente.
No sé si un seis y medio es poco
o mucho, si cierra las puertas a muchos futuros “Aznares” o si abre las puertas
de la excelencia a grandes profesionales, pero en los años pasados se han cometido
graves errores que se pueden subsanar si la sociedad se vuelve un poco exigente
consigo misma. Y no hablo de los universitarios. Sólo.
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