Palencia es una emoción:

15 junio 2013

Los hijos de Pujol tienen vida propia

Dice Jordi Pujol que no responde por sus hijos, que tienen vida propia y que "yo respondo de mí mismo", todo ello, imagino (perdónenme, no lo he leído, me aburre tanto y tanto leer sobre este eterno asunto) al hilo de corrupciones de unos y de otros, presuntas o confesas, ésas que tanto nos atosigan a los españoles y que tanto nos avergüenzan, ésas que si siempre resultan espeluznantes lo son mucho más aún en estos tiempos de desahucios, paro y malnutrición infantil en España.

Y todo ello sucede en un país que propone multar a los padres de aquellos jóvenes que acumulen varios -¿cuántos?- comas etílicos. Una España que ha abonado la irresponsabilidad de niños y jóvenes, que se ha cruzado de brazos ante los repetidos botellones de fin de semana, no se nos fuesen a "traumar" los nenes, o ¡incluso los facilita con excusas universitarias!, piensa ahora en multar a los padres... Nos hemos encogido de hombros, en gesto de mayúscula ineptitud, negando la realidad, poniendo ante los ojos de nuestros descendientes repetidos ejemplos de irresponsabilidad, de héroes de vida holgazana, de políticos que conducen borrachos... ¿Y pensamos que la culpa es de los padres?

Ni siquiera es totalmente de los jóvenes -sí, adultos y primeros responsables de sus decisiones- sino de una sociedad que ha puesto todo su empeño en reconocerles miles de derechos sin hablarles al mismo tiempo del compromiso que conllevan esos derechos. ¿Una sociedad nihilista, vacua, de granhermanos, de belenesteban, de bárcenas y sobresueldos, de ERE's fraudulentos, piensa que es inocente, que carece de responsabilidad en la deriva generalizada que toman sus miembros?

No sé si Jordi Pujol es corrupto o no, no sé si sus hijos, sobre los que pende la sombra de la sospecha, son corruptos o no... Lo que tengo muy claro es que el expresidente de la Generalitat no tiene ninguna culpa de las moñas que se pillen sus criaturas. Que cada palo aguante su vela y que culpas y responsabilidad recaigan en quien corresponda. Lo sociedad postfranquista ha tenido miedo de sí misma y en un estúpido movimiento pendular de los que caracterizan nuestra historia ha puesto muy difícil a los padres responsables el ejercicio de su autoridad, confundiéndolo con dictadura, autoritarismo y zarandajas semejantes, siempre buscando una excusa que facilitase la irresponsabilidad, admitiendo como naturales y aceptables comportamientos vergonzosos.


¿Quién se atreve a multar a un padre por las borracheras de su inconsciente hijo si la sociedad en la que nos desenvolvemos admite pulpo como animal de compañía?

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