Quiero confesarles que estoy pasando unos días de descanso y retiro del mundanal ruido. Para ello he elegido una tierra que tiene la que a mí me parece mezcla adecuada de mar y montaña, de tranquilidad y bullicio turístico... Hotel, playa, ciudad, compañía, soledad, reflexión y alboroto callejero.
Ayer he conocido a un tipo curioso al que tuve la osadía de preguntarle por un autobús, sus horarios y recorridos. Como posteriromente coincidió que realizábamos parte del viaje juntos no tuve más remedio que aguantar paciente y educadamente su charla insustancial y prescindible. No, no me las doy de listo, seguramente él sacó de mí una opinión semejante. El caso es que después de esa paciencia y de un poco de reflexión he llegado a la conclusión de que uno de los males de España es ser la tierra del "Hay que".
Ayer he conocido a un tipo curioso al que tuve la osadía de preguntarle por un autobús, sus horarios y recorridos. Como posteriromente coincidió que realizábamos parte del viaje juntos no tuve más remedio que aguantar paciente y educadamente su charla insustancial y prescindible. No, no me las doy de listo, seguramente él sacó de mí una opinión semejante. El caso es que después de esa paciencia y de un poco de reflexión he llegado a la conclusión de que uno de los males de España es ser la tierra del "Hay que".
En la media hora que aproximadamente estuvimos juntos este buen caballero me dijo miles de veces todo aquello que yo debía haber hecho antes, durante y después del viaje: "Es que antes de venir aquí hay que..." Según él yo tenía que haber preparado mucho más cada detalle del mi viaje, no podía haberme presentado aquí sin antes haber comprobado por internet las diferentes ofertas, las diversas posibilidades dentro de cada una, las alternativas que había en cada caso y...
Según él hay que prever qué voy a hacer cada día, dónde debo ir y cómo, las horas de llegada, las rutas que debo seguir, los restaurantes a los que debo acudir y la hora a la que voy a regresar. Tan locuaz acompañante se pasó el trayecto en un "Hay que".
Hice el resto del camino solo y pensando, a lo mejor el problema de España es que hay demasiadas personas dispuestos a decir lo que hay que hacer, demasiados sabiondos dispuestos a enseñar, demasiada gente que sabe lo que "hay que".
Personalmente estoy harto de que me digan lo que "hay que". Siempre hay alguien que sabe más que yo en todo. En todo digo, claro que todo el mundo sabe más que yo en muchas cosas pero confío en que al menos en una yo sepa tanto como los demás... Nos sobra chulería, sobran mentecatos, sobran triunfadores que se toman la vida como una permanente competición y a cualquier desconocido como rival.
Tengo vecinos que me dicen lo que hay que hacer en la comunidad, tengo compañeros que me dicen lo que hay que hacer en la oficina, tengo familiares que me dicen lo que hay que hacer con mi propia familia y tengo lectores que me dicen lo que hay que escribir. Todo el mundo sabe más que todo el mundo de todas las cosas. Quizá sea un problema educativo, que nos sobra mala leche, prepotencia, autoconfianza... O que nos falta humildad, pero si me pongo a hablar, a escribir, de humildad, mis lectores iban a confundir mi artículo con una prédica dominical; en nuestra sociedad al que va de humilde, de inocente, de calladito... le llaman gilipollas, le discriminan y le mindundean. Hay que ser echao p'alante, altanero y chulo. España es "asín".
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