El pueblo castellano tiene fama
de sumiso; la emigración, antes con Franco, ahora en Democracia, parece ser su
destino natural sin que nadie levante la cabeza. Sumisos y callados mientras
las provincias se despueblan y pierden servicios, los castellanos han aceptado
la configuración de un Estado que les expolia en beneficio de regiones
periféricas. En cada votación elegimos a quienes nos mandan que elijamos y así
nos aseguramos la fiesta en paz por otros cuatro años. La lenta agonía, esta
muerte ignominiosa sin rebelión, es el precio. Se acepta y en paz.
Ahora en Burgos no; el alcalde ha
tenido que bajarse de su faraónico empeño ante la presión de Gamonal, barrio
que quedará como símbolo de que a la autoridad hay que ponerle un límite.
Gamonal es la placa en la fachada que indica “Hasta aquí llegó la riada del
2014”. Seguramente la idea de trasformar la calle Vitoria en un bellísimo paseo
podría estar bien si no costase tantos millones de euros en época de escasez, si
no estuviese a punto de cerrar la guardería del barrio por trece mil euros y si
no dejase a los vecinos sin aparcamiento.
Bella idea si no fuese imposible, romántica idea si hubiera sucedido en los
años en que se inauguraban tranvías sin viajeros o aeropuertos sin pasajeros. Llega
tarde y obligando a buena parte de los vecinos a aparcar su coche en el salón
de casa o en el mostrador de su negocio.
Los vecinos de Burgos han marcado
un antes y un después con su presencia a las seis de la mañana para impedir que
las máquinas que iban a torturar sus vidas echasen a andar. El empeño multimillonario
del alcalde se ha ido por el vertedero de lo absurdo y ahora toca negociar y
ponerse de acuerdo con los vecinos, atender sus necesidades. Por esto pasan a
la Historia los grandes alcaldes, por atender las necesidades de aquellos a los
que sirven y no por sus megalomanías.
La actitud vigilante y valiente de
la mayoría de los habitantes barre las salvajadas de otros; los pagos de los destrozos
salen del bolsillo de todos, los contenedores y las papeleras son de todos
porque la ciudad es de todos. A los bestias, detención, juicio y si procede, cárcel;
a Gamonal, un barrio digno a precio digno y que no obligue a pagar por aparcar
el coche en el bolsillo de los poderosos.
Ni el PP ni los burgaleses deben
olvidar las fallidas pretensiones del alcalde ni la decisión adoptada por el
ayuntamiento tras lo acontecido estos días, todo el mundo debe tenerlo en
cuenta cuando lleguen las próximas elecciones municipales. Sobra la burrez de
los que presumen ser los más machitos del barrio, pero se necesita más gente
que luche política, eficaz y civilizadamente por sus derechos, por los de Burgos
y por los de Castilla. Entre PP y PSOE preparan una aterrizaje al nacionalismo
catalán en una constitución hecha a la medida de Artur Mas y sus palmeros que
terminará de arruinar a una de las más viejas naciones de Europa. Quienes se
han movilizado estos días por “lo suyo” deben preguntarse si no es también suyo
que cada vez haya más castellanos en Cataluña, País Vasco o Centroeuropa. Si
Burgos –o Valladolid o Palencia- se movilizara por Castilla con la misma rabia
que se ha movilizado por Gamonal otro gallo nos cantaría, no estaríamos al
borde de la despoblación. Castilla es un desierto si no nos plantamos a las
seis de la mañana ante las máquinas que quieren arrasarla.
1 comentario:
Toda obra pública tiene su período de proyecto y aprobación, durante el cual los vecinos pueden formular alegaciones. Si la obra proyectada es especialmente gravosa, quedan los recursos administrativo y los tribunales. Existe un procedimiento administrativo de licitación de obras. ¿Se ha llevado a cabo conforme a la ley? ¿Acaso estas protestas vecinales se entablan porque se han agotado las vías legales de oposición o paralización de las obras, sin resultado? Porque si es así, y han venido acompañadas de violencia, atentados contra las fuerzas del orden público y destrozos, con un resultado, el de paralizar la obra, que no se obtuvo por medios normales, la enseñanza que se transmite es que la algarada compensa, el sabotaje trae cuenta, la violencia remueve obstáculos. De ahí al terrorismo -de diversa intensidad- de cabeza, como los vecinitos del norte. Y no es para tomarlo a broma: los batasunos eran minoritarios hace 20 años en Navarra, y en la actualidad se están imponiendo en todas partes. La protesta, más o menos tolerable, tiene como contrapartida que sea inevitablemente solapada por la agit-prop de quienes persiguen réditos políticos, desde electorales a antisistémicos o revolucionarios, porque los grupor agit-prop llevan ventaja: tienen más medios, más experiencia, dedicación absoluta y muchos menos escrúpulos.
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