Cae la nieve con paciente
lentitud, con el aplomo de quien se sabe triunfador. Nieva sin prisa durante las primeras horas y borra las
figuras del parque. El cielo es gris y contagia de color a pinos y abetos que
evocan una borrosa amenaza sobre la madrugada mohína. Es difícil reconocer las
formas que otros amaneceres aún más oscuros se mostraban precisas al paseante.
La nieve difumina los bordes del día, triste y apagado, tal vez acomplejado.
Una línea de mortecinos tejados se asoma a la mañana que vista desde lo alto
más parece una derrota.
Pierde el parque su carácter
romántico y reservado, se convierte en un escenario tétrico a la espera de
personajes que le enciendan de vida. Todo parece a punto para rodar una escena
de aflicción en la que la ciudad se enfrente a un día enhebrado en la tristeza,
el silencio se sabe su oficio y lo llena todo, los sonidos cotidianos
desaparecen y una circunspecta calma cubre las avenidas yertas. La ciudad calla
y espera asomada a la ventana, a ver si pasa todo antes de la hora del trabajo.
Sigue durante horas el sol sin
querer aparecer, la luz tenue y apagada se mantiene terca y firme, como si los
copos impidiesen que la vida siguiese,
como si las manillas de los relojes no pudiesen avanzar. Nada cambia y
el telón de nieve se mantiene impertinente; abandonado y vacío el parque
haraganea a la espera de que la mañana tome una decisión. De pronto la claridad
aumenta, del cielo junto con los copos baja un rayo de luz. Acomplejado, al
principio se traba entre algunas ramas; seguro después, se vuelve estable y
consistente. Amanece. Con retraso.
Un grupo de chiguitos, es fiesta
en Palencia, se anima y cruza velozmente sin pararse a pensar en el agua o en
el frío. El parque se sacude el abatimiento y abraza a cualquiera que se
acerque. Los niños gritan alborozados que viva la vida y que viva la fiesta.
Vuela la nieve y vuela el alboroto: carreras y risas, bolazos y risas, bromas y
risas. Se llena el parque de vigor y cambia y brilla, se fortalece y se aviva.
Se detiene la nieve a media mañana y brilla el sol. Los chavales lo celebran a
la carrera y con su juego y sus voces el sol se fortalece y se crece. Se adueña
del parque y todo parece a punto para rodar una escena de fiesta en una
Palencia llena de luz.
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